Lon Chaney

El reciente anuncio del Dark Universe de Universal, en el que la compañía intentará crear una continuidad con sentido, un universo cinemático centrado en sus monstruos clásicos, ha hecho que se arquee más de una ceja. Las impresiones sobre los trailers de la primera piedra de ese proyecto, ‘La momia’ de Tom Cruise, han sido dispares e incluso opuestas.

Universal es muy consciente de que sus monstruos (que salvo casos puntuales, no son «suyos»: tienen la mayoría de las veces orígenes literarios o populares) son personajes que no necesitan inversión publicitaria. Todo el mundo conoce las características de Drácula o Frankenstein, y en muchos casos hasta sus historias de origen a grandes rasgos. Son muchos años de películas que las han contado una y otra vez.

Por tanto, no es extraño que Universal haya intentado en distintas ocasiones rebootear sus monstruos con ese sello de dignidad y de «Nosotros fuimos los primeros» (falso: el primer Drácula fue ‘Nosferatu’ -no oficial, es cierto-, y el primer ‘Frankenstein’, uno dirigido por el mismísimo Edison). Es una operación comercial aparentemente infalible. Lo es, ¿no?

Lo cierto es que ‘La momia’, versión Brendan Fraser, fue un bombazo que generó secuelas, una serie de animación y el spin-off de The Rock, y recuperó con éxito el viejo tono de aventuras clásicas de las que el cine andaba falto desde la desaparición de Indiana Jones. 400 millones de dólares en taquilla frente a 80 de presupuesto convencieron a Universal de que ahí había un filón recuperable y sentaron unas bases que pueden ser un problema.

Y ese problema es que ‘La momia’ configuró un ritmo y estilo nada fácil de replicar. La prueba perfecta: ‘Van Helsing’, un desmelene apabullante, más loco que las películas de ‘La Momia’ y más cercano a otro referente actual de los cócteles de monstruos, ‘La Liga de los Caballeros Extraordinarios’ (el cómic de Alan Moore, no la película). Un borrador de este Dark Universe que no fue un fracaso, pero que obtuvo rendimientos decididamente justitos.

De ahí que a Universal le haya costado encontrar el tono adecuado para sus constantes reboots de sus monstruos clásicos. ‘El hombre lobo’ y ‘Drácula: La leyenda jamás contada’ se quedaron a medio camino entre el blockbuster deseoso de gustar a todo el mundo y los inevitables tonos macabros de cualquier película de monstruos que ‘La momia’ sorteaba tan acertadamente. Y parece que Universal va a seguir intentándolo en esa onda.

Por lo que se ha visto de la nueva ‘La momia’ y del teaser acerca de Prodigium que acerca aún más al proyecto a la Liga de Alan Moore, este refrito del legado de Universal estará claramente orientado a la acción. Sin abandonar el momentáneo tono bufo (como le dejen vía libre a Johnny Depp, su hombre invisible va a ser demencial) ni los guiños inter-franquicias, Universal quiere volver a intentarlo con la aventura grandilocuente.

Este nuevo resurgir del legado de Universal volverá a al aventura grandilocuente, dejando de lado el horror gótico.

Nada de horror gótico (al que se aproximó, en clave verbenera, con ‘Van Helsing’, y de forma algo más seria con ‘El hombre lobo’), lo que es singular viniendo de la casa que, antes de la Hammer convirtió el gótico audiovisual en cultura pop. La orientación del último ‘Drácula’, que no funcionó mal en taquilla, también invita a pensarlo (por cierto, no está claro del todo claro que el vampiro vaya a entrar en este multiverso: la última versión oficial dice que no). Pero el legado de Universal es mucho más amplio.

Entre la década de los veinte y la de los cincuenta, Universal ofreció una cantidad de películas de terror y ciencia-ficción absolutamente monstruosa (valga la expresión). Pero en esta nueva tanda solo veremos reboots de las más populares (con la Criatura de la Laguna Negra como única extravagancia. Corren malos tiempos para los monstruos estrafalarios, pero no os preocupéis: no se nos olvida el genuino legado de Universal.

Hemos revisado todo el cartapacio de películas de monstruos y terror clásico de la compañía. Vamos a recordar algunos de sus monstruos más esquivos y extraños. Os presentamos algunos de los monstruos y sagas que (posiblemente) nunca veréis en el Dark Universe.

‘El Fantasma de la Ópera’ (1925)

Tras el éxito de ‘El jorobado de Notre Dame’, Universal repitió en esta fundamental película de Rupert Julian muchas de sus constantes: se basa en una obra literaria, tiene ramalazos góticos para parar un tren y hace hincapié en la deformidad física del protagonista y el espectacular maquillaje de un Lon Chaney que moriría demasiado joven para disfrutar de la Edad de Oro de los monstruos, que llegó solo unos años después.

Todo ello se convertiría en constantes de los Monstruos de la Universal solo unos años después: Tod Browning, director de Lon Chaney en obras maestras como ‘Los pantanos de Zanzíbar’ o ‘Garras humanas’, sería el director de ‘Drácula’, la película que empezó todo. Pero cinco años antes está esta maravilla del melodrama de miedo, que no se recuperará en el Dark Universe por estar vinculado a un tiempo y un espacio muy concretos.

‘El hombre que ríe’ (1928)

De todas las películas previas a los monstruos sonoros de los treinta, esta es una de las más notables e inquietantes. Dirigida por Paul Leni, que venía del expresionismo alemán, adapta otra novela de Victor Hugo (como lo era ‘Nuestra Señora de París’, que inspiró ‘El jorobado de Notre Dame’) y no es exactamente una película de terror, sino un melodrama. Pero como pasa con tantas de Lon Chaney, la deformidad del protagonista la acerca al género.

El personaje de Gwynplaine, interpretado por Conrad Veidt, es deformado por el rey James II en la Inglaterra del siglo XVII, lo que le deja una sonrisa perenne en el rostro, en una trama que incluye amoríos con una mujer ciega (cómo no) e intrigas palaciegas. Gwynplaine fue declarada inspiración para el primer diseño del Joker, y nunca lo verás en este Dark Universe, también por su vinculación a una trama y época muy específicos.

‘Doble asesinato en la calle Morgue’ (1932)

Tras los éxitos de ‘Drácula’ y ‘Frankenstein’, Universal llevó a cabo una operación comercial que debía de sonar a extremadamente lógica en las cabezas de los directivos: unir a la estrella de ‘Drácula’, Bela Lugosi, con un clásico indiscutible de la literatura de terror, Edgar Allan Poe. Todo con un argumento que modificaba la historia policiaca (y solo levemente terrorífica) del cuento original metiendo un científico loco al estilo Frankenstein.

Algo falló (deliciosamente) por el camino y tuvo como resultado este demente grand-guignol en el que el doctor Mirakle quiere crear a una raza de superseres apareando a una mujer con un gorila llamado Eric. Dirige Robert Florey, que casi se encargó de ‘Frankenstein’, y que carga todo de estética expresionista. El resultado: una de las películas de terror más puro de Universal y una interpretación de Lugosi muy por encima de ‘Drácula’.

‘Satanás’ (1934)

En pleno cénit de sus películas de monstruos clásicos (aún no había llegado ‘La novia de Frankenstein’, pero sí ‘Frankenstein’, ‘Drácula’, ‘La momia’ y ‘El hombre invisible’), Universal decidió unir a sus dos estrellas más boyantes del cine de miedo. Boris Karloff y Bela Lugosi se encontrarían en esta, la primera de sus muchas colaboraciones (un total de ocho, seis de ellas en Universal): ‘Satanás’

‘Satanás’ (‘The Black Cat’ en su título original) afirma inspirarse en el cuento homónimo de Edgar Allan Poe, pero lo cierto es que el universo torturado y emocional del autor está aquí aún menos presente que en ‘Doble asesinato en la calle Morgue’. En su lugar tenemos el enfrentamiento entre un ex-prisionero de guerra (Lugosi) que vuelve a su hogar y se enfrenta a un misterioso satanista (Karloff) que colecciona mujeres.

‘Satanás’ se convirtió en el mayor éxito del año para Universal gracias a la interesante atmósfera turbia que desarrolla: ailurofobia (terror a los gatos), necrofilia, tortura, rituales, sacrificios humanos y un villano claramente inspirado en el fascinante y muy real Aleister Crowley. El resultado es algo arcaico para los cánones actuales, pero su atmósfera de pesadilla y sus dos protagonistas la colocan sin problemas junto a los clásicos de la casa.

‘El cuervo’ (1935)

El éxito de ‘Satanás’ animó a sus responsables a repetir la operación solo un año después: Lugosi y Karloff adaptando a Poe en una película que también usa al autor como excusa, pero de forma metaficcional. El protagonista es un cirujano tronado (Lugosi) y obsesionado con el autor: colecciona aparatos de tortura como los que salían en su relato ‘El pozo y el péndulo’ y usa un cuervo como talismán.

En esta ocasión no tenemos un villano sino dos, pues entra en escena un asesino prófugo (Karloff) que quiere que el cirujano cambie su rostro. Éste le convierte en un monstruo deforme para poder controlarlo. Universal subió así la potencia y sordidez de la historia al extremo: sin personajes positivos, ‘El cuervo’ rebosa situaciones grotescas y continuas referencias a la tortura y la monstruosidad. La película no funcionó en taquilla.

Es más: su fracaso llevó a que lo que había sido tendencia solo unos años antes, el horror gótico, fuera condenado al ostracismo. Universal ya había dado al mundo sus monstruos clásicos (‘El hombre lobo’, de hecho, es una película tardía y mediocre, pese a su fama; la previa ‘El lobo humano’ es muy superior). Con un cambio de propietarios en 1936, se decidió invertir menos dinero en las películas de horror.

‘La hija de Drácula’ (1936)

Prácticamente todas las películas de monstruos de Universal tuvieron secuelas directas. La más prestigiosa, por ser la única que superó al original a todos los niveles, fue ‘La novia de Frankenstein’. Pero hubo muchas más, como ‘La mano de la momia’, ‘La mujer invisible’ o ‘El fantasma de Frankenstein’. Una de las secuelas directas más interesantes fue esta ‘La hija de Drácula’, tan inmediata que arranca justo después del final de ‘Drácula’.

La vampiresa es en este caso Marya Zaleska (una magnífica Gloria Holden) que junto a su sirviente Sandor se deja llevar por un cóctel loquísimo de búsquedas de curas para el vampirismo, psiquiatría pop y subtextos lésbicos, convirtiéndola en la primera película de la historia que incluye detalles de este tipo y adelantándose a los desfiles de camisones de la Hammer.

No tan mítica pero más divertida y ágil que el ‘Drácula’ original, el rodaje de ‘La hija de Drácula’ tiene detrás una fascinante historia. Escrituras y reescrituras de guiones, peleas por un capítulo de la novela de ‘Drácula’ que quedaba por adaptar y una Holden que odiaba su personaje por miedo a ser encasillada. Lo que, paradójicamente, es perfecto para encarnar a la vampiresa que odia su condición.

‘La mansión de Frankenstein’ (1944)

Universal siempre ha jugado a combinar a sus criaturas en los conocidos como cocktails de monstruos. Es un término que la propia Universal inventó en los años treinta cuando la fama de sus franquicias de terror comenzaba a decaer y que ahora moderniza con su Dark Universe. Todo empezó cuando planteó un choque de dos titanes en la estupenda ‘Frankenstein y el hombre lobo’.

Pero el primer cóctel auténtico, uno que aunó a nada menos que cinco bichos de la casa, fue esta ‘La mansión de Frankenstein’ (también conocida en España como ‘La zíngara y los monstruos’), donde se zurraron por activa o por pasiva un científico loco (Karloff), el Hombre Lobo (Lon Chaney Jr.), Drácula (John Carradine), un jorobado (J. Carrol Naish) y el inevitable monstruo de Frankenstein (Glenn Strange).

El cóctel resultante es gozo gótico y delirio puro para el fan sin prejuicios. Los monstruos se enfrentan con festiva alegría, y de hecho la cosa podía haber ido a más: en el primer guion aparecían la Momia, Ape Woman, Mad Ghoul y el hombre invisible. La fiesta se prolongaría, antes de lanzarse en plancha a la parodia abierta y consciente, con otro cocktail más, la inferior ‘La mansión de Drácula’.

‘Abbott y Costello contra los fantasmas’ (1948)

El siguiente paso inevitable en esta abierta caida libre de la respetabilidad de los monstruos era la parodia pura y dura. Los cómicos Abbott y Costello (que en España fueron conocidos más por su encarnación animada y tardía de Hanna-Barbera que por las películas) aplicaron su estilo gritón y vodevilesco a la fórmula del cóctel de monstruos, aquí con Drácula (Lugosi), el monstruo de Frankenstein (Strange) y el Hombre Lobo (Chaney Jr.)

El éxito sería descomunal, hasta el punto de enfrentar al dúo en películas posteriores con un asesino interpretado por Boris Karloff, la momia, Dr. Jekyll y Mr. Hyde y el hombre invisible, aunque ya no con la fórmula del cóctel de monstruos. ‘Contra los fantasmas’, en cualquier caso, es una comedia de terror nada desdeñable, y presenta una serie de detalles que los fans de la Universal clásica sabrán apreciar.

Por ejemplo: los maquillajes de los monstruos y los decorados son tan efectivos como en las películas serias de la Universal de los años cuarenta. Y es la única película en la que Bela Lugosi volvió a interpretar al Conde Drácula en toda su carrera (aunque dio vida a otros múltiples vampiros). Hay que sintonizar con su humor bobo y teatral, pero si se consigue, es un estupendo colofón para los monstruos clásicos de la casa.

‘Regreso a la Tierra’ (1955)

… si exceptuamos al Mutante de Metaluna, claro. En los años cincuenta, la ciencia-ficción era la nueva sensación comercial, y Universal intentó subirse al carro con algunas películas del género. Estrenó rarezas como la magistral ‘El increíble hombre menguante’, clásicos más o menos reconocidos como ‘Llegó del más allá’, concesiones a la fiebre gigantista como ‘Tarántula’ y este ‘Regreso a la Tierra’.

La historia de los científicos terrestres secuestrados para salvar al planeta Metaluna no es gran cosa, pero tiene uno de los monstruos más espectaculares del cine de la época: el Mutante de Metaluna, con su cerebro a la vista y sus garras claramente falsas intentando sin éxito sujetar a los humanos. Un último monstruo Universal que podemos garantizar que no veremos en el Dark Universe. Porque la vida nunca es tan divertida.

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El auténtico universo oscuro de Universal: nueve clásicos que queremos ver adaptados al nuevo Dark Universe

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por
John Tones

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