Mientras dure la guerra

Año: 2019

Duración: 107 min.

País: España

Dirección: Alejandro Amenábar

Guion: Alejandro Amenábar, Alejandro Hernández

Fotografía: Alex Catalán

Reparto:

Karra ElejaldeEduard FernándezSanti PregoPatricia LópezInma CuevasNathalie PozaLuis BermejoMireia ReyTito Valverde.

Sinopsis:

España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros provoca que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado en la zona nacional, Unamuno acude a su Palacio, decidido a hacerle una petición.

Crítica:

Decía Amenábar que, cuando se informó de la famosa frase “Venceréis pero no convenceréis” pronunciada por Miguel de Unamuno desde el atril del paraninfo de la Universidad de Salamanca, (repleta de militares legionarios y falangistas insurrectos a la causa republicana, presidida por Millán Astray, y acompañado por Doña Carmen Polo de Franco y José Mª Pemán, entre otros) sintió que allí había una gran secuencia, llena de tensión y emoción. Viendo el resultado final de la obra es evidente que toda la historia revolotea en torno a las contradicciones del académico y escritor, en relación a su pensamiento sobre los bandazos de la política de aquellas fechas, y, se sirve de ese encontronazo de dos pensamientos antagónicos para montar todo el discurso narrativo del film. El director toma esa escena sabiendo que ese choque es la médula de la historia que quiere contar y que el público espera.

La película se desarrolla con pulso firme, centrándose en el carácter sobrio y algo arisco del escritor, tanto con sus amigos como con la familia, mostrando a un personaje que -declara personalmente- a su edad, no quiere reprimirse en dar su opinión cuando le venga en gana -sea esta conveniente o no para sus intereses- seguro de que en cada momento le asiste la razón, aunque sin pudor de rectificar cuando posteriormente sea consciente de que se ha equivocado. Amenábar trata de acercarse a un personaje de pensamiento poliédrico, de tan altas firmes convicciones en unos aspectos del comportamiento del ser humano como dudas en otros terrenos sociales y políticos, pero en esencia sabe que la razón es suya. En este sentido, Unamuno queda retratado como un ingenuo romántico que se deja arrastrar, a su pesar, para que se aprovechen del prestigio de su firma para alardear del “levantamiento militar” y justificarlo mundialmente, cosa que, precisamente por la experiencia de su edad -debería haber reflexionado antes- no se podía permitir caer en la trampa tan precipitadamente para tener que rectificar tan pronto como toma contacto con los que, en nombre del orden, se han levantado en armas contra la república.

Aparte de algunas licencias del personaje, su esencia queda bien reflejada en la historia, pero hecho en falta su relación intelectual con el resto del mundo y su actividad cultural -no tan solo universitaria, sino también la relación con otros eruditos de la época a través de referencias algo más precisas de otros personajes prestigiosos contemporáneos a él- de las que nos presentan en la película, pues queda muy circunscrita al entorno de su tertulia de café con dos amigos y la relación con su familia, así que, tenemos la sensación que el pensador, intelectualmente, no tiene referencias ni contactos con el resto del universo y, realmente, no se percata de lo que sucede hasta cuando ve que son represaliados dos de sus más íntimos amigos.

Es destacable como se reflejan las tendencias ideológicas de esa época, encargadas de dividir la sociedad en dos posiciones irreconciliables, y el paralelismo con la situación actual, fragmentada políticamente y con pocas posibilidades de entendimiento en lo que respecta a la política de los bandos opuestos de la derecha y la izquierda. Es evidente que hay una intencionalidad manifiesta en realzar esos matices que nos llevan a preguntarnos si el paso del tiempo y de la historia nos ha servido para algo. La respuesta es clara: parece ser que no. Así como tampoco hemos rebajado la visceralidad de los enfrentamientos dialécticos. Parece que eso va en la sustancia del ser humano, y no tan solo del español, aunque aquí se dé especialmente.

El estilo narrativo de la película es elegante, excelente recreación escenográfica, buena ambientación, buenas interpretaciones de Koldo Elejalde, Eduard Fernández -que puede parecer algo histriónico, pero es lo que exige el personaje que interpreta (Millán Astray) y, para mí, una excelentísima caracterización de Santi Prego, encarnando al personaje del astuto General Franco. Añadiremos que tiene algunas escenas memorables, pero su ritmo es algo desigual y nos mantiene tan distantes del drama, como el tiempo que ha pasado desde que ocurrieron los hechos hasta ahora. En pocas palabras: le falta trasmitirnos pasión, pues esa frialdad le resta valor dramático a la obra, aunque no valores éticos. Con todo, por lo que tiene de valor documental de nuestra historia reciente, vale mucho la pena verla, aunque no sea esta una película redonda, de un director que, sabemos que siempre busca en sus obras la excelencia.

Pepe Méndez