Recibido con aplausos, Del Moral, un imprescindible del cine y la televisión, escuchó el poder que tienen los argumentos cuando Valor le comentó que una pareja que vio Los lunes… dijo al final de la sesión: ‘que afortunados somos porque mañana tenemos que ir al trabajo’. Reconocido con un Goya por el guión adaptado de Las aventuras de Tadeo Jones, premio que compartió con los colegas con los que había creado este popular personaje, contó que él quería ser actor de teatro.

«Hacía mis cuentecillos, un día me presenté a un concurso infantil y gané». A partir de ahí, se apuntó a las muchas sitcoms que se realizaron en los 80, y cuando su amigo Alonso de Santos le pidió que le ayudara en Eva y Adán, no lo dudó. También recordó que escribió los textos de un programa musical. «Lo más difícil que he hecho, nunca lo hice bien, pero no me despidieron porque el presentador no decía lo que había escrito. Nada es fácil, hacer algo bueno es muy complicado», indicó.

Farmacia de guardia y Los lunes al sol fueron sus «dos golpes de suerte», apuntó este guionista que siempre lleva al terreno personal los proyectos que hace por encargo. El caso de Los lunes… fue un impulso personal que brotó de la noticia en un periódico «que me llamó mucho la atención», recordó Del Moral, quien fue muy directo cuando le preguntaron por la relación que tenía con las televisiones. «Las cadenas pagan el cine que les interesa y esas películas están funcionando bien, están llevando a la gente al cine, lo que es bueno para todos. Pero el cine no debería estar en manos de las cadenas, las películas medianas se están quedando huérfanas porque las muy pequeñas se hacen en cooperativa, y las grandes tienen detrás a las televisiones».

Confesó que él había «sufrido mucho a las cadenas porque están muy pendientes del público a quien va dirigido la serie o la película», añadió el guionista madrileño que participa en la lectura del guión, pero en el siguiente proceso, el rodaje, tiene la sensación «de que estorbas. Si es interesante estar en la fase del montaje porque ahí vas como un espectador nuevo».

No es una fórmula matématica

Colaborador habitual de Álex de la Iglesia y de Daniel Monzón, y autor del guion de Cien años de perdón, a Jorge Guerricaechevarría lo que más le gusta del cine es que «por los diálogos y acciones de los personajes, el espectador saca sus conclusiones sobre la historia». Su amistad con Álex de la Iglesia, con el que forma tándem profesional desde el corto Mirindas asesinas, le llevó a ser guionista, un guionista que escribe para los demás, «pero lo que escribo me tiene que gustar a mi y que interesa a gente que tiene mi mismo humor y sentido de la vida. La primera película la haces para ti, la segunda es como una losa porque piensas qué dirá el crítico, le gustará a la señora de 45 años, encajará con los jóvenes…».

Tener confianza en ti mismo -«bueno, en el pasado porque el proceso es largo y como das tantas vueltas a lo que has escrito, lo lees tantas veces, pues hay que recuperar esos primeros momentos»-, y no poner murallas sobre los que dicen los críticos y los productores, son las recetas que sigue el guionista vasco, para quien el cine no es «una fórmula matemática, si lo fuera, las películas las haría Coca Cola», dijo.

El coguionista de El Niño también se pronunció sobre las televisiones «que han entendido que su implicación con el cine como un impuesto revolucionario del Gobierno. Pero se han dado cuenta que si eligen los proyecto y se los trabajan, hay una línea de negocio interesante. Sus criterios son los que son, las cadenas no están por el cine de autor o las historias extrañas», declaró. Su experiencia con las cadenas «no es nefasta», y relató que cuando presentaron Celda 211, dijeron que el largometraje era sobre «un grupo de gente fea en un sitio feo. Como no costaba mucho dinero, apostaron por el proyecto, que fue un gran éxito».

Más anécdotas: un ejecutivo de una cadena le propuso un concepto tan genérico como ‘hacer una película en el Sur’, pensamiento que fue el embrión de la taquillera El Niño. A Guerricaechevarría le gustaría que España tuviese el modelo francés y que existiera un fondo «en el que el cine alimente al propio cine. Todo el cine no puede estar condicionado por las cadenas, hay que buscar otras formas de financiación», señaló este guionista que no habla mucho con los actores y que entiende que el montaje «es la fase en la que se vuelve a escribir el filme, por eso intento participar en este parte del proceso».

Un guion es ‘solo un deseo’

 

Guerricaechevarría estuvo reivindicativo –»quiero que se nos valore economicamente, que nos paguen bien y estar en los créditos que tenemos que estar»-, línea que también siguió Carlos López, a quien vivir de escribir guiones le parecía imposible. «Veía muchas películas, pasé por una compañía de teatro de aficionados y como nadie escribía, pues lo hacía yo. Empecé a manejarme bien con la drama y, aunque mi primer guion lo moví mucho y sigue en un cajón, y escribí otro y otro, los movía hasta que empecé a venderlos».


La niña de tus ojos, Los años bárbaros
y la ficción televisiva El príncipe llevan la firma de López, para quien escribir tiene mucho que ver «con ponerte en tela de juicio. He tenido pánico pensando que era un impostor y que cualquier día se iban a dar cuenta que no tenía ni idea», admitió el guionista, que disfruta lo mismo trabajando en equipo –»vendes las cosas al otro y el que recibe intenta refutarte todo el tiempo»- que en solitario, «y eso que a veces es muy duro discutir con uno mismo».

Tatiana Rodríguez se dedicaba a la dirección de producción, pero entró en Compañeros, donde permaneció cinco años, «y ya no he hecho otra cosa». Mataharis, La noche del hermano y Águila Roja están en la trayectoria de esta guionista gallega que se imaginaba novelista y a quien «la presunción de que el espectador no va a entender me molesta», añadió Rodríguez, para quien, como dijo el montador Ángel Hernández Zoido, «un guion es solo un deseo».

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