fotnot_maytecarrascoo Por Mayte Carrasco, reportera de guerra y periodista

“La experta en internacional pensante, intelectual e inteligente es apenas visible. ¿Dónde está? Abran una página de opinión de un periódico y cuenten el número de firmas con nombre de mujer”.

Sucede con el sigilo silen­cioso de las serpientes, las que deambulan en el desier­to de la comunicación sobre la arena caliente de la crisis, escondidas en este terreno en descomposición que es el periodismo de hoy. El sexis­mo serpenteante del siglo XXI tiene hoy más éxito que nun­ca porque ni se le escucha ni se le ve; es un cadáver momi­ficado del pasado patriarcal de nuestra España cateta y oscura que creemos que es­tá muerto y enterrado; pero está más vivo que nunca. Se pasea por las redacciones de nuestro país haciendo burlas esperpén­ticas de pura satisfacción. Su negación le da más fuerza para sobrevivir y expandirse sin complejos.

La experta en internacional pensante, intelectual e inteligente es apenas visible. ¿Dónde está? Abran una página de opinión de un periódico y cuenten el número de firmas con nombre de mu­jer. Acudan a alguna mesa redonda sobre cosas muy serias, a ver cuántas mujeres hablan. Sobre todo en las de conflictos, te­rrorismo o revoluciones árabes. Traten de contar a las mujeres recompensadas y reconocidas por su trabajo y su trayectoria profesional en el extranjero.

¿Por qué no están? ¿Son invisibles? ¿No existen? ¿No trabajan? ¿No tienen ambiciones profesionales? He aquí el top ten de las justificaciones: “la mujer se echa atrás cuando le proponen un puesto de responsabilidad”; “ellas son las que no están dispo­nibles para una mesa redonda”, “no hay expertas en terroris­mo islámico”, etc. Pero lo cierto es que a muchas mujeres se las ningunea y se las aparta, sobre todo si desaparecen por una baja por maternidad.

Muchas periodistas saben bien de lo que hablo. Los méritos no cuentan, o cuentan menos. Deben hacer el triple salto mortal para destacar, y ni aún así. Si una reportera va a la guerra “está loca”; si va un hombre, “tiene muchos cojones”.

No pasa solo en España. Re­cientemente, la Folha de Sao Paolo me invitó en Brasil a una conferencia sobre con­flictos bélicos. A la modera­dora le dio por anunciar en público que he sido madre (le pareció importante), y al término de la ponencia, cua­tro de las cinco preguntas del público fueron, ¿y cómo lo hace para ser mujer, madre, y ser reportera de guerra? A lo que respondí, ¿por qué no se la preguntan a los dos reporteros que están invitados aquí conmi­go? ¿Están casados? ¿tienen hijos? ¿son gays? El público rió.

Hay quien afirma que no hay reporteras de guerra españo­las. Falsedades para justificar el ninguneo generalizado a la mitad del sector, el femenino. En España hay una larguísima lista de mujeres que cubren conflictos y de todas las edades, y quien lo niegue es que no está ahí. Que me acompañe a las trincheras y se las presento. La periodista Ana del Paso Ga­llego acaba de publicar una tesis doctoral para la Universidad que demuestra que existimos, con todo el peso académico que se merece.

Estamos en el s. XXI, pero el desbanque femenino ni siquiera se ha modernizado. Basta con hacer unos cuantos comenta­rios que parecen inofensivos, como pequeñas bromas y chistes. “Exagera sus logros”; “hace trampas”, “miente sobre su currí­culum” y otras difamaciones (que constituyen delito). O bien “como es guapa/fea tiene más/menos oportunidades”. Yo ya ando cansada de esa fórmula de lo más eficaz, por vieja; la de “se acuesta con el jefe…”, “va medio desnuda…”, etc. Ay, quien no ha oído esas bromas, rumores e infamias sobre la supues­ta vida sexual de las mujeres en las redacciones… ¡cómo nos gusta estar al día! Al día, sí. Pero ¿nos habremos equivocado de siglo? Mmm…

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