“¡Ave, César!” la nueva película de Joel y Ethan Cohen es muy original. Tiene momentos muy divertidos.
Es una sátira sobre la época dorada de Hollywood, la religión católica y el comunismo. Estos 3 temas de difícil encaje, aquí están bien mezclados y agitados.
Los Cohen crítica y al mismo tiempo rinden homenaje al Hollywood clásico. Han introducido con mano maestra varios rodajes que nos permiten adentrarnos en varios géneros y estilos. Seguro que se lo han pasado a lo grande rodando. La voz en off que utilizan en varios momentos (en tercera persona) es un acierto.
El reparto funciona bien, especialmente el protagonista Josh Brolin (es el productor Eddie Mannix) y Alden Ehenereich (interpreta a Hobbie Doyle). Aparece poco George Clooney que tiene su momento más inspirado justo en la escena de rodaje final de “¡Ave, Cesar!” que da título al film. Tienen momentos de lucimiento Ralph Fiennes, Scarlett Johansson, Tilda Swinton (da vida a dos periodistas gemelas), Frances McDormand, Christopher Lambert y Chaning Tatum.
Es brillante la banda sonora de Carter Burwell que estuvo nominado al Oscar por “Carol”, de un estilo diferente.
En el Hollywood de los años 50, uno de los grandes estudios pretende hacer una gran superproducción de romanos protagonizada por una gran estrella (Clooney), pero el actor es secuestrado durante el rodaje. El estudio en ese momento está rodando varias películas en paralelo, a un ritmo casi frenético.
En “¡Ave, César!” hay varias escenas magníficas, entre ellas las que tienen lugar en un confesionario (en ese momento me hizo recordar a la magnífica “Calvary”, con la que tiene escasa relación), al principio y final del film, con Josh Brolin como protagonista, las del protagonista de films del oeste Hobbie Doyle (Alden Ehenereich, todo un descubrimiento) junto a Ralph Finnes, que encarna al director Lawrence Laurentz, o la discusión del protagonista junto a miembros de varias confesiones religiosas sobre el guión de “¡Ave, César!”; el rodaje del musical que protagoniza Scarlett Johansson o el momento en el que a la montadora que interpreta Frances se le quema la película. A los Cohen en algún momento se les va la mano y se acercan al ridículo, quizá el mayor ejemplo sea la escena en la que aparece el submarino ruso, pero en conjunto la película brilla, tiene sentido, funciona bien, aunque no profundiza en su sátira, es demasiado ligera.
José López Pérez
@JLPnosolocine
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