Westworld: Más que una serie de televisión
Hace mucho tiempo que no disfruto de las delicias de la pequeña pantalla. La verdad es que durante bastante tiempo estaba decepcionado con la programación que ofrecían (aparte de raras excepciones), y terminé por adentrarme más y más en el mundo de los libros. Por supuesto que no es posible comparar la televisión y la literatura, ya que ambos tienen sus pros y sus contras, pero he de admitir que echaba en falta ser seducido por la magia de la cámara.
Me decidí verla porque los pesados de mis amigos insistían sin descanso que Westworld era una de las mejores series que habían visto. Ya me había cruzado en internet con algún que otro anuncio, y he de reconocer que soy muy fan de Sir. Anthony Hopkins, ese sin duda es otro de los puntos fuertes de la serie, y uno de las grandes razones que me impulsaron a verla. O mejor dicho, a bebérmela.
Atención: Mi primera impresión durante los tres primeros capítulos, no fue muy positiva. Es más, si no fuera porque era sencillo deducir la profundidad del argumento y porque mis amigos me insistían, una y otra vez, de que no debía dejarla, sin lugar a dudas terminaría rindiéndome y apagaría la tele durante otro período de tiempo, igual de largo o incluso más. Y menos mal que fue así; ya que ahora estoy de acuerdo con ellos. Es una de las mejores series que he visto en mi vida.
Puedes leer más sobre Westworld en esta noticia anterior: WestWorld
Y por diversas razones, pero empecemos con el argumento de la serie:
En un futuro, más presente que lejano, han decidido crear un parque temático distinto a los demás. En ese parque, ambientado en el viejo oeste americano, la mayor atracción son los autómatas, creados a imagen y semejanza de los seres humanos. Sé que una vez más suena a que el hombre juega a ser Dios, y creo que ese es el punto fuerte de esta producción. ¡Bien! Los autómatas, robots, inteligencia artificial, o como prefiráis llamarlos, deben seguir los guiones que han insertado en su programación, que dan realismo a la personalidad asignada y al ambiente en general. Como cualquier máquina, una vez realizada su función, si no disponen de disco duro y un comando que les indique memorizar, o mejor dicho, guardar los datos, se «olvidan» de lo sucedido y reinician el programa sin alteraciones. Pero no es del todo cierto.
Aquí empieza lo divertido. Digamos que… disfrutaremos de una rebelión en toda regla, pero como nunca antes la habíamos visto. Esta sí que es «La rebelión de las máquinas». Hasta aquí queda claro, aunque yo no sabría decir si el verdadero argumento es el intento de crear el retrato oscuro del ser humano. Un retrato, tétrico y profundo, donde nuestra naturaleza destaca de la peor forma posible. ¿Por qué digo eso? Pues porque los visitantes del parque, no sólo disfrutan de los diversos temas y aventuras que ofrece, sino que matan, violan, roban y hacen todo aquello que no se les permite hacer en el mundo real. Si es que el mundo cotidiano es el real. Es otra de las preguntas que siembra dentro de nuestra cabeza esta serie.
Creo que hasta este punto ya he desvelado los puntos fuertes de esta producción, donde los efectos especiales están muy logrados, los actores son espectaculares, y el argumento contiene muchos matices. Tantos como cualquier espectador quiere, le apetece o puede identificar. Podría seguir escribiendo párrafos y párrafos sobre ella. En lugar de eso, os invito a verla y disfrutarla tanto como yo. Al menos la primera temporada, ya que la segunda no tardará mucho en aparecer en nuestras pequeñas pantallas. Sinceramente espero que siga siendo tan espectacular y que no deje de sorprenderme. Y también espero que os quedéis con la boca abierta. Tal y como me pasó a mí.
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