Cuando dejes de quererme

Año: 2018
País: España
Dirección: Igor Legarreta
Guion: Asier Guerricaechevarría, Jon Iriarte, Javier Echániz
Música: Lucio Godoy
Fotografía: Imanol Nabea
Reparto
Flor Torrente, Miki Esparbé, Eduardo Blanco, Joaquín Climent, Antonio Dechent, Eneko Sagardoy, Kandido Uranga, Josean Bengoetxea, Itziar Aizpuru, Mario Pardo, Gotzon Sanchez, Juan Viadas, Antonio Sánchez, Miguel Oyarzun, Enrique Berrendero, Florencia Torrente, Maximiliano Márquez

Sinopsis
Laura (Flor Torrente) vive en Buenos Aires con su padrastro Fredo (Eduardo Blanco). Siendo tan sólo una niña, ella y su madre se marcharon del País Vasco, tras supuestamente ser abandonadas por su padre. Pero un día recibe una llamada desde España: el cuerpo de su padre acaba de ser encontrado enterrado en un bosque cercano. Las pruebas forenses han sido claras: Félix Careaga (Eneko Sagardoy) murió hace más de 30 años asesinado de un disparo en la nuca. Laura decide volar a España y así enterrar a su padre y cumplir el deseo de su madre de esparcir sus cenizas en su tierra natal. En su viaje conocerá a Javier Egoskue (Miki Esparbé), agente de seguros, que comunica a Laura la existencia de un seguro de vida.

Crítica:
La historia reúne todos los ingredientes para convertirse en un drama de suspense al estilo Brian de Palma años 70, con ligeros toques de comedia necesaria para aligerar el prolongado laberinto de nudos argumentales que se abren y se cierran continuamente, cargadas de misterio, y que añaden el suspense necesario para mantener viva la intriga y la curiosidad por saber cuál de las sub-tramas del guion será la verdadera, la que nos llevará a descubrir la auténtica verdad de lo que sucedió con la muerte de Félix Careaga, el padre de Laura.
Juega también el film, con los clásicos personajes que encontramos habitualmente en el thriller, haciendo de investigadores casuales, algo apáticos, casi desganados, que al principio preguntan por curiosidad pero que a través de las respuestas dadas, unas veces por contradictorias, y en otras por los dramáticos mutismos, hacen sospechar a los protagonistas que hay más de una verdad o, al menos se oculta parte de ella. En medio de un paraje tan angosto y cerrado, y un tiempo como el que nos presenta Igor Lagarreta, de un Pais Vasco metido de lleno en el conflicto etarra, el director ha sabido meter frecuentes toques de humor, aportado por ese gran actor que es Eduardo Blanco. Eso aligera la dureza de la trama argumental y abona el camino para introducirnos en lo que acabará en historia de amor.
La suma de todos esos recursos dramáticos, acompañadas de unas magníficas interpretaciones y una poderosa fotografía hacen que la película sostenga un buen ritmo, con momentos de emocionalidad contenida y cierta intriga. Le sobran, eso sí, algunas sub-tramas deliberadamente falsas que intentan darle más riqueza dramática y acrecentar el interés, pero que se convierten en un ligero lastre para la fluidez narrativa. Se intuye como un exceso de ideas de los guionistas en el intento de conseguir una película trascendente, y eso hace que pierda claridad en el seguimiento de la historia. Esos aparentes golpes de efectos y desvíos del desarrollo central con matices nuevos, le quitan linealidad clarificadora y en parte, obstaculizan el normal seguimiento que ha de esclarecer los hechos.
Una historia que por sus diferentes entramados de conflicto y su puesta en escena también podría aspirar a ser una de esas miniseries nórdicas, algo góticas. Con desarrollo y cierre de ventanas narrativas y vuelta a empezar desde otra perspectiva. En vez de eso, todo se concentra en una película con un incierto discernir, para el espectador, de cuál será el siguiente paso para desenredar la madeja. Discurso que tiene sus pros y sus contras, según sean los gustos del consumidor, aunque algo típico de un debutante ambicioso que aspira a marcar terreno de valores y sapiencia como cineasta, ya desde sus inicios.

Debut sólido de Igor Legarreta, con un film ambicioso en el que trata de exponer temas como, el conflicto social y político, el poder, el arraigo de la tierra, relaciones familiares, las pasiones, los celos, el sacrificio y, revoloteando sobre todo ello, aunque en menor medida, pero siendo concluyente: el amor.
Y en el fondo, aunque es una historia triste, casi de miedo, con algunos personajes como desnaturalizados, está llena de ternura, mucha ternura.

Pepe Méndez