Año: 2018

Duración: 114 min.

País:  Brasil

Dirección: João Salaviza, Renée Nader Messora

Fotografía: Renée Nader Messora

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Henrique Ihjac Kraho, Raene Koto Kraho

Sinopsis

Es de noche y reina la calma en el bosque que rodea el pueblo. Cuando los vivos duermen, el bosque se despierta. Ihjãc, un joven indígena krahô que vive en el norte de Brasil, tiene pesadillas desde que perdió a su padre. Cuando se escucha una canción distante a través de las palmeras, es la voz de su padre desaparecido que llama a su hijo desde la cascada, pues ha llegado el momento de organizar la ceremonia fúnebre que concluye el duelo y permite que su espíritu llegue al pueblo de los muertos.

Crítica:

Para contar una historia como esta, estás obligado a introducirte en la selva y convivir con un grupo de indígenas durante un tiempo, captar sus ritmos, entender sus costumbres, sus tradiciones, como se relacionan hombres y mujeres, jóvenes y viejos y, el escrupuloso respeto que tienen en acatar sus primitivas tradiciones.

“El canto de la selva” no es una película de ficción ni un documental, sin embargo, felizmente es ambas cosas.

Esta película no pretende contar grandes aventuras que asombren al espectador, sino introducirnos en un mundo distinto y explicar la cotidianidad diaria de algunos habitantes del pueblo amazónico -los Kraho- sus temores a la muerte, sus despertares al amor y, sobre todo, su relación con la naturaleza; el corazón de la vida.

Joâo Salaviza nos cuenta, con una sencillez que denota gran sensibilidad hacia una zona olvidada de esa parte del mundo, y llena de poesía imágenes que, como iconos colgados en el tiempo, representan a seres humanos que parecen tan distintos a nosotros en sus comportamientos y, tan iguales en sus temores, en sus sentimientos, o en la incertidumbre de la relación con el más allá.

El director se acerca a los personajes buscando traspasar la rigidez de su hermetismo para mostrarnos su fragilidad y, avanza en la historia, como si plantara la cámara delante de el retoño de un rosal y esperara captar el proceso de floración, y eso, hace que esta película nos parezca auténtica expresión de la vida universal. El discurrir de la vida en el tiempo, sin prisas, dejando discurrir el paso de la naturaleza, mientras pequeños temores abrigan el corazón del hombre.

El canto de la selva….

P. M.