El cine te fuerza a poder conocer cosas del otro, y por ello Jaime Rosales rodó Hermosa juventud. Con la intención de acercarse al mundo de los jóvenes, después de la experiencia sinteticé que la juventud de hoy carece de la oportunidad de formar una familia y encontrar un oficio, lo que de algún modo ha determinado hasta ahora la entrada en la edad adulta. Quiso dejar constancia de la crisis que viviamos en 2012, el cine como testimonio de la realidad es importante porque queda para las generaciones futuras. Fernández recalcó que, según datos del INJUVE, a los jóvenes de hoy les preocupan el paro y la calidad del empleo. Esta película no da una lectura tan negativa de la juventud, hay aspectos muy positivos. Como psicóloga no puedo resistirme a la idea de pensar que no se pueda hacer nada. Rosales añadió que Hermosa juventud es una radiografía desoladora porque el día que me asomé a la ventana estaba nublado, pero hay días que llueve y días que sale el sol. Aún así, la película tiene algo de esperanza.
Un riesgo que Rosales intentó evitar al rodar este filme fue pensar que porque no son como nosotros están equivocados. Mi padre lee el periódico todo el rato y dice que le entretiene, para mí esa función la suple el fútbol, y también la política. Al final te das cuenta que si no gana el Barça, ganará el Madrid. Ellos no hablan de política, ¿pero tiene tanto interés hablar de si Rajoy va a ser investido o no? A lo mejor no y tienen razón ellos que hablan más de sus primos o de sus vecinas. Como realizador le gustaría mucho hacer una película con los mismos personajes dentro de diez años, volver a hacer una radiografía de esa generación en otra edad.
La banalización de la vivencia
Para Jaime Rosales, que crea imágenes en el que es su oficio, esto resulta algo muy complejo. Porque deviene en algo muy pensado y depende de muchas personas de un equipo. Esa creación sofisticada se enfrenta a la imagen que se capta en cualquier momento y de cualquier manera, y me doy cuenta que la gente hace fotos de la misma manera cuando cocina una pizza, cuando encuentra unos zapatos bonitos en un escaparate o cuando nace su hijo. Este pensamiento le da pie a la siguiente reflexión: Si hacemos imágenes de la misma manera, les damos el mismo valor. Haces tu imagen de la pizza y de tu hijo con la misma intensidad, se produce así una banalización de la vivencia. Si lo viviéramos con otra intensidad, haríamos la imagen de otra manera.
Ana Fernández quiso apuntar que en los días que vivimos las selfies son siempre positivas. En algún sitio he leído que si alguien volviese del futuro a 2016 pensaría que todos somos felices, porque solo vería imágenes nuestras sonriendo en nuestras redes sociales. A esto añadió Rosales que las nuevas tecnologías realzan los colores y los brillos, frente a la tecnología anterior que devolvía una imagen más mate, incluso antes de eso teníamos el blanco y negro. El hecho de devolver una imagen cada vez más brillante y más feliz ya está en los dispositivos. Eso se diseña desde la ingeniería, no es casual ni inocente.
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