Año: 2019
País: España
Director: Galder Gaztelu-Urrutia
Guion: David Desola, Pedro Rivero
Música: Aránzazu Calleja
Fotografía: Jon D. Domínguez
Reparto
Ivan Massagué, Zorion Egileor, Antonia San Juan, Emilio Buale, Alexandra Masangkay, Eric Goode, …
Sinopsis:
El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
Crítica:
Por si hubiese algún despistado, pienso que vale la pena aclarar que “El hoyo” (ópera prima del director bilbaíno Galder Gaztelo Urrutia) no es una película realista, es una metáfora entre ciencia ficción futurista sobre una conciencia humana entrada en la más absoluta distopía, teñida de trazos narrativo que pueden recordar el surrealismo de algunas películas emblemáticas de Buñuel.
“El hoyo” es una certera sátira sobre algunos comportamientos del ser humano en su relación social con sus (nuestros) semejantes: el egoísmo; la falta de solidaridad; el consumo desmesurado; la falta de empatía con el más necesitado, (también con el diferente); el rechazo a compartir las materias primas que nos da la madre naturaleza, (hecho que, a raíz de algunos estudios científicos, nos puede llevar a nuestra propia extinción, como especie). Todos estos matices reseñables, escritos por la inspirada mano del joven guionista David Desola que, con una espléndida carrera de dramaturgo ha cosechado continuos éxitos teatrales y, la experiencia de saber escribir un buen guion cinematográfico.
Pero “El Hoyo” se convierte en una película potente no solo por su insólita y original historia, si no también, por un diseño de producción concienzudo que, aunque arriesgado, encaja certeramente a la perfección con la historia planteada. No es un tema de fácil tratamiento, ni se desarrolla en unos espacios favorables para el espectáculo, pero que, gracias a un estudiadísimo procedimiento cinematográfico que el director se plantea previo al rodaje, en forma narrativa de la historia, y a ese evidente diseño de producción y estudio escenográfico, logra un film sólido, asfixiante, con comportamientos de personajes que pueden sorprenderte o disgustarte, pero cuya atmósfera te atrapa pese a su duro e insólito planteamiento temático.
Le corresponde un buen reparto, encabezado por Ivan Massagué, encarnando a un personaje extraño que, como el Quijote, simboliza a un ser totalmente distinto a los que se encontrará en el mundo al que ha sido arrojado.
Una mención especial para reseñar la buena labor fotográfica lograda por Jon D. Dominguez que ayuda así a conseguir la atmósfera adecuada en la pulsión dramática de todo el film.
Pepe Méndez