ETítulo original: Pupille
Año: 2018
Duración: 107 min.
Dirección y guion: Jeanne Herry
Reparto:
Sandrine Kiberlain, Gilles Lellouche, Elodie Bouchez, Olivia Côte, Clotilde Mollet,Jean-François Stévenin, Bruno Podalydès, Miou-Miou
Productora: Coproducción Francia-Bélgica
Sinopsis
Theo acaba de nacer. Después de dar a luz, su madre biológica le entrega a un programa de adopción. Los servicios de adopción deben encontrar entonces a la que se convertirá en su madre adoptiva. En el otro extremo, Alice (Élodie Bouchez), de 41 años, lleva casi diez años luchando por ser madre. Un grupo de profesionales trabajará para que Theo y Alice puedan reunirse.
Crítica:
¿Cual es el proceso para adoptar un bebé? ¿Qué mecanismos y criterios siguen los responsables sociales -nombrados por el Estado-
para entregar un niño a una familia que desea adoptarlo?
Como dice la directora del film, Jeanne Herry, el tema de la adopción de un bebé se ha tratado muy poco en cine. Jeanne se decidió por él, a raíz de recibir el mensaje emocionado que le dejó una amiga: “Me han llamado, tienen un bebé para mi, un bebé francés. Voy a verlo dentro de cuatro días y si todo va bien, me lo traeré a casa dentro de ocho días”. A partir de ahí la historia se sumerge en un proceso exhaustivo de encuentros en varias direcciones, uno; las entrevistas de las cuidadore/as sociales y psicólogos con la madre biológica, intentando que reconsidere su postura de abandono de su hijo, Otro; la atención máxima hacia el bebé abandonado, y su reubicación, y la última; la selección de la persona, -o personas- idóneas a las que se les debe entregar el bebé en adopción.
Todo eso no conmovería si se hiciera como un proceso mecánico/político, pero está narrado con tacto, mucha delicadeza, grandes dosis de ternura, comprensión y desprendiendo un inmenso amor por lo que hace cada uno de los personajes en contacto con el recién nacido.
Alrededor del tema, también seguimos los problemas afectivos, familiares, o inquietudes que tienen esas personas volcadas en el delicado trato con los niños, y todo ello está aderezado con psicología y gran conciencia, anteponiendo humanitariamente el trato con esos seres para que en ningún momento se sientan desamparados. Es emocionante ver el modelo de valores humanos de lo implicados y, el modelo social implantado, en un país volcado en la educación y el bienestar de sus ciudadanos.
Se supone que en la práctica fallarán cosas, pero la película es un modelo de humanidad y de vida, que puede estar por encima de todo sistema, pero las bases, ahí, están muy bien escritas. Envidiable lección. Emocionante sesión laque nos ofrece Jeanne Herry.
El aire narrativo que tiene de crónica social se ve superado por el volcado de los actores en sus personajes llenándolos de vida, de autenticidad, de eléctrica verdad.
P. P.