En su momento dije que ‘Expediente: Warren: The Conjuring’ era la mejor película de terror de los últimos años, una valoración que mantengo, ya que la excelente cinta dirigida por James Wan se sobreponía a su escasa originalidad con una avalancha de virtudes. Desde entonces ha habido unos pocos títulos –‘Babadook’, ‘It Follows’ y ‘La bruja’ (‘The Witch)- que me han hecho dudar sobre si ha sido superada, pero su grandeza sigue estando ahí.
No puedo decir lo mismo de ‘Annabelle’, un espantoso spin-off que hizo que perdiera todo interés en la continuidad de la franquicia hasta que Wan cambió de idea y decidió que él mismo iba a ocuparse de hacer ‘Expediente Warren: El caso Enfield’ (‘The Conjuring 2’). Su aportación resultó clave para que la primera entrega destacase tanto y también lo ha sido para realizar una de las mejores secuelas que he visto, la segunda mejor si hablamos sólo de cine de terror.
Un arranque casi inmejorable
Siendo justos, ‘Expediente Warren: El caso Enfield’ tampoco nos propone nada nuevo e incluso juega con armas similares a las de su predecesora, aunque sería un grave error pensar en que en lo puramente argumental es un simple más de lo mismo, ya que el nuevo fenómeno paranormal tiene entidad propia y además el guion de Chad y Carey Hays, David Leslie Johnson y el propio Wan aporta una subtrama en paralelo centrada en los dos protagonistas que da mucho juego.
De hecho, los mejores minutos de la película se encuentran justamente antes de que esas dos partes de la película confluyan. Por un lado, el miedo de Lorraine a perder a Ed que les lleva a plantearse una posible retirada, donde Vera Farmiga se erige como gran soporte emocional -ya en la primera brillaba, pero aquí está incluso mejor- y Wan sabe cómo expresar sus miedos en imágenes, creando además ese clima de inquietud asociado a lo que ella ve como una profecía.
Por otro lado, una familia inglesa, en cuyo retrato Wan ofrece un tour de force visual deslumbrante, ya que ese gran manejo de la cámara que también demuestra en la parte americana llega aquí a unos niveles de maestría tremendos que te sumergen de lleno en el drama por el que están pasando, preparan y ejecutan los momentos terroríficos con mano de hierro y además permite que los personajes respiren y que lleguemos a interesarnos por sus vidas.
Esas dos partes cuentan además con un despliegue técnico que hacía mucho que no veía en una película de terror. Ahí es donde más se nota que el presupuesto se ha duplicado -pasamos de 20 millones de dólares a 40-, tanto por la especial minuciosidad prestada a los escenarios, los elementos de atrezzo o la propia ambientación, acertando de lleno al optar por un tratamiento visual diferente en función de si la acción transcurre en Estados Unidos o Reino Unido.
Todos esos detalles son vitales para que primero te entretenga -es intachable en ese aspecto- gracias a su energía y dinamismo, luego vaya atrapándote con una atmósfera muy conseguida y diferenciada, y por último poco menos que te ponga a su merced por lo efectiva que son todos los momentos terroríficos y lo sencillo que lo hace todo la película para que te metas en la piel de los personajes y de su sufrimiento, aunque ahí los actores también aportan lo suyo.
El honesto y estupendo terror de ’Expediente Warren: El caso Enfield’
Llega un punto en el que esas dos líneas argumentales se ven obligadas a confluir y es entonces cuando empiezan a aparecer pequeñas debilidades que si bien nunca llegan a ser especialmente graves, sí que están ahí, manchando un poquito el bagaje final. Por lo pronto, en el segundo acto su ritmo decae ligeramente, aunque en parte se debe a su acertada insistencia en no querer limitarse a ser más de lo mismo.
Ahí entra la carta de ver todo como un posible engaño, algo con lo que Wan sabe jugar bien desde la puesta en escena, donde mantiene todas las virtudes expuestas y añade alguna más -excelente el uso del desenfoque de la cámara en una de las mejores escenas de la película-, pero el libreto no termina de integrarlo todo de una forma plenamente satisfactorio, por lo que aporta de variedad no termina de compensar. No es algo grave -y es necesario para la propia evolución argumental-, pero sí se deja notar.
Más allá de eso, me gustaría incidir de forma especial en que ‘Expediente Warren: El caso Enfield’ es una película que no duda en echar mano de los sustos que algunos podrían ver como gratuitos, pero si algo hay que defender aquí es que Wan es muy honesto con esa tendencia a la que tan mal uso han dado otros y si realmente prepara una escena de cara a un golpe de efecto es porque va a haberlo y tiene sentido en lugar de ser un gato que pasaba por allí, el viento o cualquier excusa paupérrima por el estilo.
Otro detalle vital en este último punto es la brillante puesta en escena, algo que ya he resaltado en más de una ocasión, pero es que volvió a asombrarme y además logró que diera el respingo más grande en mi butaca desde ya ni recuerdo cuándo. Ojo, era algo que se estaba viendo venir, pero lo ejecuta todo tan bien que no pude evitarlo. Así da gusto que te asusten, y también si crean a un monstruo tan potente que ya les ha entrado prisa para que tenga su propio spin-off…
No llega a superar a la primera entrega
No negaré que ya me esperaba que Farmiga volviera a lucirse y también una solvencia generalizada de todo su reparto, pero la sorpresa ha sido mayúscula con Madison Wolfe, una joven actriz vista en la primera temporada de ‘True Detective’ -era la hija un tanto desatendida de Woody Harrelson-, quien tiene que lidiar con todas las posesiones y lo borda, tanto cuando ha de mostrarse superada por lo que le sucede como cuando tiene que dar rienda suelta a la maldad que se ha apoderado de ella.
Pasamos a tener así dos grandes ejes emocionales que el guion en este caso sí sabe aprovechar a fondo, tanto para que esa relativa pausa de la investigación sobrenatural del segundo acto jamás llegue a hacerse pesada como para que su in crescendo dramático nos entre con tanta facilidad como un vaso de agua en un día de 40 grados a la sombra. Las cosas simplemente funcionan porque hay talento detrás de ella y poco importa que, nuevamente, la película transite por caminos conocidos.
Todo ello confluye en un desenlace que algunos quizá lleguen a ver ridículo por ciertos detalles esenciales en su propia construcción, pero por mi parte veo que está justificado y que en ningún caso te han engañado para llegar a ello. Sí que es cierto que el plan es algo raro a poco que lo piensas -en mi caso fue a posteriori-, pero ahí entra de nuevo tanto la energía de Wan tras las cámaras -y esa lluvia potente y atmosférica- como nuestro apego emocional a los personajes para contrarrestarlo.
No obstante, sí que creo que es aquí donde la película se sitúa definitivamente un pequeño escalón por detrás de la primera entrega, ya que en el tramo final de ésta me recuerdo totalmente metido en lo que sucedía, mientras que aquí era más consciente de los resortes para buscar el efecto deseado. Ojo, quedé muy satisfecho de todos formas y supera con creces a la otra entretenida secuela que se estrena hoy; hasta dudo sobre si me gustó o no más que la genial ‘Dos buenos tipos’ (‘The Nice Guys’).
En definitiva, ‘Expediente Warren: El caso Enfield’ es una excelente secuela que casi está al mismo nivel que su magnífica primera entrega. A decir verdad, hay varios puntos en los que incluso está por encima -en su primera hora la gran mayoría, aunque no todos-, pero una serie de pequeños problemas le impide conseguir lo que habría sido toda una proeza. Pese a ello, su visionado creo que es poco menos que obligado, sobre todo para los amantes del cine de terror.
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‘Expediente Warren: El caso Enfield’, una excelente secuela
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por
Mikel Zorrilla
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