La enfermedad del domingo
Año: 2017
Duración: 113 min.
País: España
Dirección: Ramón Salazar
Guion: Ramón Salazar
Música: Nico Casal
Fotografía: Ricardo de Gracia
Reparto
Bárbara Lennie, Susi Sánchez, Miguel Ángel Solá, Greta Fernández, Richard Bohringer, David Kammenos, Fred Adenis
Productora
Zeta Cinema / ON Cinema
Sinopsis
Anabel (Susi Sánchez) abandonó a su hija Chiara (Bárbara Lennie) cuando esta apenas tenía ocho años. Treinta y cinco años después Chiara regresa con una extraña petición para su madre; le pide que pasen diez días juntas. Anabel ve en ese viaje la oportunidad para recuperar a su hija, pero no sabe que Chiara tiene un propósito oculto.
Crítica:
Lo más importante de esta película es la inquietante magia que el director consigue impregnar en la mayoría de las secuencias de relación madre/hija -después de treinta años sin verse- así como el logro de trasmitirnos una rara sensación de permanente miedo a lo que pueda pasar en el siguiente plano.
Con sutil delicadeza y elegancia y detrás de una aparente calma de los principales personajes, Anabel y Chiara, se intuye una tormenta interior de reproches madre/hija, y reconocimiento de culpas que no llegan a eclosionar del todo, aunque sospechamos que revolotea un peligro mayor que tampoco logramos discernir, pero que nos mantiene en tenso suspense.
Ese revoloteo en torno a la idea central en tono de suspense sobre lo que Chiara maquina en su mente y que no desvela ni a su madre en la intimidad, en esa casa de campo en la que han de convivir durante esos diez días, tiempo que suponemos se han esclarecer los motivos de ese reencuentro, es con lo que juega el director para mantener ansiosamente el interés permanente del espectador.
Para ello se vale de una actriz con tanto gancho y carisma como la Hispano-Argentina Bárbara Lennie, cuyo talento demostrado hace que insufle vida a cada personaje que interpreta. Frente a ella, da réplica con gran categoría de actriz Susi Sánchez, creando una atmósfera de inquietud y zozobra hasta el final.
En toda la película destaca la parquedad narrativa, y las elipsis nos marcan el posible misterio, porque en realidad es una historia cuyo argumento se desgrana, con cierta parsimonia y belleza estética, en pequeñas dosis, como si fuésemos quitando capas de piel al cuerpo para llegar al alma, la soledad y el miedo.
Pepe Méndez