Los 50 son los nuevos 30

País: Francia
Dirección. Valerie Lemercier
Guion: Sabine Haudepin, Valerie Lemercier
Fotografía: Laurent Dailland
Reparto
Valerie Lemercier, Denis Podalydès, Patrick Timsit, Philippe Laudenbach,Xavier Lemaître, Hélène Vincent
Sinopsis
Cuando su marido la deja por una mujer más joven y encima pierde su trabajo, a Marie-Francine no le queda otra opción que volver a casa de sus padres ¡a los 50 años!. ¿Pero, hay realmente segundas oportunidades?

Opinión:

En esta película, Valerie Lamercier nos ofrece una comedia entretenida, en un doble ejercicio de directora del film y actriz competente en un papel, al que impregna de mucha naturalidad, metida en el tratamiento de un tema de relativa actualidad a partir de la última gran crisis económica, común a algunos hijos e hijas que con cincuenta años se han visto obligados a optar por la solución de volver a casa de sus padres, en algunos casos debido a una ruptura con el esposo/a, o al perder el trabajo, en otros, y no poder hacer frente a los gastos que las modernas sociedades les imponen en las ciudades. Son las ventajas y desventajas de vivir inmersos en esta época de crisis económica que no acaba de superarse, y que es sabido por todos, ha partido la sociedad en dos clases cada vez mas diferenciadas: la del empobrecimiento de una baja burguesía con pocos recursos para superarse, mientras aumenta la concentración de esa potencial riqueza universal en unas pocas manos. O sea, no me cansaré de repetirlo; los pobres mas pobres y los ricos mucho mas ricos.
Pero como cualquier comedia aceptable, el guion escrito por Lamercier y Sabine Haudepin, nos sumerge en una serie de entramados cotidianos llevados por impulsos emocionales y que muestran la compleja fragilidad del ser humano una vez que nos invaden los sentimientos y nos dejamos llevar por ellos. Marie Francine es un personaje que es fácil empatizar con él, ya que siendo alguien de abnegada valía, se ve arrastrada por acciones socioeconómicas ajenas a su voluntad a una situación de debilidad y desamparo en la que se encuentra, y de la cual lucha con cierto escepticismo, sí, pero sin perder el buen humor, por salir airosa de los embates a los que está sometida. Y como un pez, intenta sortear las olas de la tempestad sin dejarse arrastrar por el pesimismo, aunque no siempre con una sonrisa en los labios.
Sobre todo, esta película sin ninguna aparente pretensión especial, lleva implícito un poso de buen humor y un canto por la esperanza de segundas oportunidades, así como el aprendizaje de conocer nuestras verdaderas potencialidades desde la vivencia de los momentos menos favorables.
Una comedia modesta pero muy digna, con ese toque sexi y elegante que los franceses saben impregnar a su cine, y a su comida.

Pepe Méndez