Jodie Foster nunca ha sido una actriz que se haya prodigado en exceso en la gran pantalla, algo que se empezó a notar tras conseguir su muy merecido segundo Oscar por dar vida a Clarice Starling en la extraordinaria ‘El silencio de los corderos’ (‘The Silence of the Lambs’). Esto se ha agudizado aún más durante los últimos años, pues no ha vuelto a aparecer en una película desde la decepcionante ‘Elysium’, y hace ya casi tres años desde el estreno de la cinta dirigida por Neill Blomkamp.
Parece que Foster ha preferido centrarse en su faceta como directora, ya que últimamente ha rodado episodios para series como ‘House of Cards’ y ‘Orange is the New Black’ antes de acometer su cuarto largometraje con ‘Money Monster’, título que llega este miércoles 6 de julio a los cines españoles. En él ofrece una nueva mirada al morbo cada vez más presente en los medios de comunicación y los dramas humanos que puede provocar a través de un efectivo thriller.
Un thriller solvente pero algo evidente
Seré sincero, la crítica que realiza y el mensaje que busca transmitir el guion de Jamie Linden, Alan DiFiore y Jim Kouf no es nada especialmente revelador y muy probablemente os traiga a la memoria otras obras que han abordado el mismo tema. Eso ya es algo de por sí patente desde el propio tráiler y que en ningún momento se molesta en disimular, alcanzado niveles de evidencia máxima durante sus últimos minutos -aunque sin caer nunca en el ridículo propio de ciertos blockbusters-.
Lo único que le queda a nivel argumental es el disfraz para hacerlo, optando por esos tejemanejes bursátiles que rara vez salen a la luz y resaltando la faceta como espectáculo televisivo propia del escenario planteado. Ahí es donde se percibe la energía tras las cámaras que imprime Jodie Foster para estar a la altura de la autoexigencia que define al personaje de Julia Roberts que quizá en otro tiempo hubiera asumido ella misma.
Además, Foster reniega del lucimiento personal -las propias características de la película daban pie al uso de largos planos-secuencia vía travelling que lo hubieran reducido todo a poco más que un ejercicio de estilo por su parte-, asumiendo como su gran meta la necesidad de equilibrar ese lado más comercial de la propuesta -la que más, y con diferencia, de todos sus trabajos como directora en este aspecto- más con la necesidad de que tenga cierto mensaje, por obvio que éste pueda llegar a ser.
Ahí es donde triunfa Foster, valiéndose para ello de un libreto cumplidor que no cae en puntos muertos y sabe cómo ir manteniendo interesado al espectador, incluso cuando se vuelve demasiado ingenua para llegar a la conclusión deseada. Ella eleva -y matiza- todo ello con el dinamismo que aporta a un relato con una clara tendencia a lo estático, pero justo es reconocer que nada de ello sería posible sin un muy efectivo reparto en el que sobresale con luz propia su trío protagonista.
El gran trío protagonista de ’Money Monster’
A estas alturas, creo que casi cualquier espectador tiene claro hasta cierto punto lo que puede esperar de George Clooney y Julia Roberts, dos grandes estrellas -aunque es cierto que los dos conocieron tiempos mejores- con unos recursos interpretativos entre los que ya no queda apenas espacio para sorprender al público. Lo que sí hay es un gran dominio de los mismos, lo cual en algunos casos se traduce en actuaciones en piloto automático, pero, por suerte, no es el caso.
Es verdad que no llegan a conseguir esa magia necesaria para llegar a dejar de verles a ellos en pantalla, pero también que sus tics más habituales están contenidos, seguramente por petición de Foster, y que abordan desde la convicción total a sus personajes. Sí que me hubiera gustado algo más de trabajo en la evolución de ellos tanto a nivel individual como en su relación profesional, pero ellos hacen todo lo posible por añadir una dosis extra de credibilidad a la historia, la cual se toma ciertas libertades difíciles de creer a poco que meditemos sobre ellas.
No obstante, el gran descubrimiento para el gran público es Jack O’Connell, quien no tuvo suerte en sus anteriores tentativas en ‘Invencible’ (‘Unbroken’) -donde él era lo mejor de la función- y ‘300: El origen de un imperio’ (‘300: Rise of an Empire’) tras haber destacado previamente en producciones más minoritarias -y en la televisiva ‘Skins’-. Aquí toda la fuerza del drama humano recae sobre él y responde con un gran trabajo dentro de los márgenes que le permite ese toque más comercial que mencionaba antes.
La cuestión es que O’Connell no tiene libertad absoluta para profundizar en la herida emocional de Kyle porque el interés de la película tampoco es ese, sino la utilización de su estado para ejercer por un lado una crítica correcta pero algo evidente y por otro para ahondar en el morbo añadido de la inmediatez que lleva al público a saltar de una polémica a otra con gran facilidad. Afortunadamente, él sabe muy bien cómo reflejar sus vaivenes psicológicos sin echar mano de un gran arsenal interpretativo, algo que simplemente no le estaba permitido.
En definitiva, ‘Money Monster’ es una buena propuesta de corte comercial gracias en gran medida al trabajo de sus tres protagonistas y al buen pulso tras las cámaras de Foster, ya que su guion opta por seguir rutas demasiado conocidas, lo cual resta cierta fuerza al cóctel dramático con el que juega, en especial a medida que se van complicando las cosas y se deja llevar por cierta ingenuidad. Con todo, es una opción muy recomendable siempre y cuando sepas a qué quiere jugar y lo aceptes.
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‘Money Monster’, el drama humano detrás del morbo
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Mikel Zorrilla
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