Muchos hijos, un mono y un castillo
Año: 2017
Duración: 90 min.
País: España
Dirección: Gustavo Salmerón
Guion: Gustavo Salmerón, Raúl de Torres, Beatriz Montáñez
Música: Nacho Mastretta
Fotografía: Gustavo Salmerón
Reparto
Gustavo Salmerón, Julia Salmerón y resto de familia
Productora
Gustavo Salmerón
Sinopsis
Julita, la madre, ha cumplido todos sus sueños de tener una familia numerosa, un mono y un castillo, y ahora sufre los efectos de la crisis económica, sin dinero para poder mantener el imponente inmueble, y a base de iniciativa y tacto logra mantener a la familia a flote.
Crítica
El actor Gustavo Salmerón, en su primer largo como director ha logrado un pleno sin tener que alejarse de la casa de sus padres, al conseguir plasmar en pantalla el portento de mujer arrolladora que es Julieta, su propia madre, un personaje tan atractivo y genuino que difícilmente podría ser interpretado por alguien que no fuese ella misma: arrolladora, subyugante, sorprendente y atractivamente tan ocurrente como simpática. Es uno de esos personajes que el espectador ama en cuanto empiezan a hablar, y quedará encantado con él el resto de la película, porque en ella encontraremos una fuerza vital y tal convicción en sus deseos y sus actos tan llenos de autenticidad, que solo por eso sabemos que serán capaces de realizarse.
El director confiesa en una entrevista en CineEuropa, que desde que la empezó a grabar, allá por los años ochenta, se dio cuenta que su madre tenía lo que él trataba de conseguir durante muchos años como actor, “estar totalmente presente y de verdad” y lo lograba totalmente de una manera automática. Si le propones que improvise una escena o repita una frase ella lo hace sin ningún problema, como si fuese Gena Rowlands. Por eso, al final, le dedica la película a su madre, entre otras personas.
La historia se centra, como el título indica, en los sueños que Julieta abriga desde adolescente; tener “muchos hijos, un mono y un castillo” y aunque a Julieta le invadieran las dudas, por cuestiones del azar consigue -quizá por su tenacidad y convicción- que esos sueños se hagan realidad. Pero una vida, con ser corta es muy larga, y la felicidad fluctúa con las crisis familiares, con los descubrimientos de la razón y la verdad y, sobre todo, con las crisis económicas. La narración está llena de graciosas anécdotas y encuentros con una realidad de cuento oriental de otra época, pero en lo sustantivo está también la historia de nuestro país, pasado y presente actual, hasta nuestros días, sin cerrarse el ciclo, porque las cosas siguen pasando de sorpresa en sorpresa en los pueblos, en las ciudades, en las familias.
Pero el verdadero hallazgo de la película está en el descubrimiento de un personaje que cautiva por su arrolladora personalidad y la autenticidad en lo que hace, y la forma en que nos lo cuenta, en cómo nos pasea por su vida, por el tesoro de sus recuerdos, sus sueños y sus temores. Un personaje tan atractivo y auténtico -pero más gracioso -como aquella Felicidad Blanc, matriarca de la familia Panero, que tanto nos sedujo en “El Desencanto” de Jaime Chavarri.
Un feliz debut de Gustavo Salmerón en el largometraje, que estamos seguros no defraudará a nadie.
Pepe Méndez