La veterana y querida periodista ha fallecido este viernes en Madrid a la edad de 82 años. Hace tan solo unos meses la Academia de Televisión reconocía su trayectoria profesional otorgándole su máximo galardón: el Premio Toda una Vida. Gómez Borrero dejó grabado su testimonio para el archivo histórico de la Institución y el último número de la revista AcademiaTV recoge un resumen de esta entrevista.
Reproducimos a continuación sus palabras como homenaje póstumo.
Entrevista a Paloma Gómez Borrero.
“Para mí la televisión es el medio, me interesa la gente que te está mirando. La filosofía es el respeto”
Es una de las pocas mujeres pionera y veterana del periodismo televisivo español. Asegura que siempre se ha sentido muy querida y respetada en la profesión. Su primer premio literario lo ganó en el colegio con una redacción premonitoria de su vida de la que solo recuerda el principio: “Esta noche he soñado que iba a Roma”. Desde Roma ha sido testigo como corresponsal de grandes acontecimientos de la historia del siglo XX. Periodista de costumbres, ha vivido más con la “Olivetti 32” que con la inmediatez de la tecnología. Sin dudarlo, se queda con su época.
Por Sara Pulido Fotografía: Santi Burgos
Ingresó sin cumplir la mayoría de edad en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. ¿Cómo recuerda aquella experiencia en la calle Zurbano?
Tuvieron que darme una autorización. Pedían un currículum que tenía que ser valorado. En él explicabas por qué querías ser periodista y cómo era tu vida, tus raíces. Era como un informe sobre ti misma. Hice el mío y me llamó el director general diciendo que le encantaba. Fui la más joven.
¿Quiénes diría que han sido sus maestros profesionales?
En aquella época tuve como profesor a Juan Beneyto, Victoriano Fernández Asís… Después, maestro ha sido Jesús Hermida. Tuve la inmensa suerte de admirarle como periodista y colega. Aprendí mucho con él. Cuando yo estaba en la corresponsalía y él en Informativos siempre me mandaba un telegrama dándome las gracias. A Jesús le admiré, le quise y le recuerdo enormemente. Creo que ha marcado el periodismo español.
Comenzó su experiencia profesional en el El Alcázar. ¿Cómo vivió aquellos años de aprendizaje?
Me ayudó mucho hablar idiomas. Uno de los profesores de la escuela trabajaba en El Alcázar y me pidieron colaboraciones. Me mandaban las entrevistas a los personajes internacionales. Mi primera entrevista importante fue a Somerset Maugham, el escritor británico. Fue en el Hotel Ritz y recuerdo que Maugham se quedó muy extrañado al verme con una cola de caballo, sin pintar, tan jovencita… Después, me hice muy amiga de él. También, entrevisté a Ava Gardner. Nunca he visto una mujer más bella. Fueron personajes que me marcaron mucho cuando empezaba.
En 1956 llega la televisión a España. ¿Qué recuerda de aquello?
Yo ya estaba en Italia y colaborando desde allí con Sábado Gráfico. Me habían llamado de TVE pero me casé con un piloto italiano y me marché de España. Siempre tuve clavada esa espinita de no haber podido entrar entonces. Cuando destinan a mi marido a Roma, sigo con Sábado Gráfico desde allí haciendo una crónica semanal sobre su vida mundana, el cine y la moda.
La primera oportunidad en TVE le llega junto a Blanca Álvarez…
A Blanca la conocía ya. Ella también había estado en la Escuela Oficial de Periodismo. Era la directora de programación infantil de TVE y me dijo que colaborara con ella mandando reportajes desde Roma. Yo le proponía cuatro o cinco y ella elegía. Entonces hablaba con Francisco Narbona, que era el corresponsal de TVE en Italia, para que diera el visto bueno y me dejara las cámaras.
¿Recuerda la primera vez que se pone delante de una?
Nunca pensé que detrás de esa cámara había entonces millones de personas que podían verte. No me he puesto nerviosa ante ningún problema informativo, ante ningún desafío, en ningún país. Siempre resolvía el momento. Yo estaba haciendo un trabajo allí, sola ante el peligro. Siempre pensaba que una crónica de un minuto tenía que captar la atención a la hora de comer o cenar que era el horario de los Telediarios. Había que enganchar y lo hacía con una anécdota o un detalle curioso.
La oportunidad de convertirse en corresponsal de TVE en Italia y el Vaticano le llega de forma accidental…
Nombraron a José Antonio Plaza corresponsal para sustituir a Paco Narbona. Nunca llegó a venir a Italia porque empezó un programa con Alfredo Amestoy que tuvo mucho éxito: 35 millones de españoles y, después, enfermó. Lo cubrí entonces y cuando llegó Rafael Ansón me dejó allí como corresponsal. Hacía todos los reportajes que me pedían. Con Maruja Callaved para Gente Hoy, para Pedro Erquicia en Informe Semanal cuando era necesario… Fueron doce años en los que hice de todo. Además, tuve la suerte de vivir momentos informativos de una importancia histórica. No solo los años de plomo en Italia, del terrorismo desencadenado de las Brigadas Rojas, también el asesinato de Aldo Moro…
Ese ha sido uno de los momentos que más le ha impactado profesional y periodísticamente. ¿Cómo lo recuerda?
Estaba cubriendo su secuestro en la sede de la Democracia Cristiana. Había allí una reunión de la plana mayor del partido y un colega de la RAI, políticamente muy influyente, me avisó de que tuviese preparado la cámara porque se rumoreaba que podían liberarlo. Vimos salir a todos los grandes de la Democracia Cristiana hacia la sede del Partido Comunista que estaba a dos pasos de allí. Y fuimos detrás. Llegamos a una calle donde nos paran los artificieros. Creen que Moro está dentro de un coche y piensan que puede ser un atentado. Yo estaba en primera fila y cuando abrieron aquel coche vimos el cuerpo de Aldo Moro asesinado. Esa imagen me impactó como noticia pero también humanamente. Habían matado a un hombre, a un gran estadista. Di la crónica de urgencia en directo, contando lo qué había pasado, desde un bar cercano, con el impacto en la retina de lo que había visto cinco minutos antes.
En aquella época, sin Internet y sin teléfonos móviles. ¿Cómo recuerda técnicamente las conexiones?
Eran una pesadilla. Se grababa en cinta como cine y se montaba con el montador, cortando y uniendo la película. Había que mandar todo por avión, teníamos un encargado que venía a recogernos las cajas y las mandábamos a Madrid. Cuando la cosa era muy urgente, para el Telediario, teníamos un acuerdo con la RAI y revelábamos a toda prisa. Si perdías el satélite, perdías la noticia. Era muy laborioso, hoy todo es mucho más fácil. Lo que yo he corrido por los pasillos de la RAI no lo sabe nadie…
Ha vivido como periodista momentos clave de los cuatro últimos pontífices: Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco. Si tuviera que definir a los tres últimos, ¿qué destacaría de cada uno de ellos?
A Juan Pablo II le definiría como un huracán en la Iglesia artífice, en gran parte, de algo tan importante para el Siglo XX como la caída del Muro de Berlín. Benedicto XVI es un gran teólogo, un gran profesor, un gran músico. Nos da esa histórica noticia de la renuncia pero también nos descubre un Vaticano con su Vatileaks. Nos demuestra que por encima está Cristo pero que los que gobiernan la Iglesia tienen los defectos y los pecados de muchos hombres. Al Papa Francisco lo veo como una gran revolución de ternura, misericordia, cercanía y calidez. Es el gran párroco del mundo.
En uno de sus libros menciona que si tuviera que elegir una noticia de impacto de su carrera televisiva, señalaría el atentado contra Juan Pablo II. ¿Cómo vivió aquello?
No imaginábamos que pudieran llegar a dispararle al Papa y más en la Plaza de San Pedro. Lo vivimos con incredulidad, con muchísima pena, muchísimo dolor, la imagen de cómo cayó y escuchar en la Radio Vaticana: “El terrorismo ha entrado en la Ciudad del Vaticano, han disparado al Papa”. Ver a toda esa cantidad de gente que se echa a llorar y oír los rezos en todas las lenguas pidiendo que no muriese… Los ojos se te llenan de lágrimas y se te hace un nudo en la garganta, pero tienes que informar y no puedes permitirte que la emoción te impida dar la crónica con la rigurosidad que merece la noticia. Años después, cuando murió el Papa, tuve el privilegio de que me dejaran despedirme de él en la Sala Clementina. Ver de cerca a aquel montañero polaco todo consumido fue otro de los grandes impactos de mi vida. En el atentado tenías la esperanza de que no había muerto, podía salvarse. Pero ahí había muerto de verdad. Y con él se iba una parte muy importante de mi vida.
Tico Medina ha dicho que sabe usted del Vaticano más que los papas… ¿Cree que esconde tantos secretos como nos cuentan la literatura o el cine?
Es cierto que los papas duran menos que yo en el Vaticano. (Risas) Y no, tantos secretos no. Son como cañas que se pliegan pero no se doblan. Tienen un ideal que es Cristo y el evangelio, aunque después muchos de ellos tienen debilidades humanas y pecados más o menos graves también en sus vidas. Por encima de todo cuenta el hombre y la libertad religiosa que defienden. La mano tendida más que el odio.
¿Cómo recuerda el cierre de la corresponsalía del Vaticano y su salida de TVE?
No creo que fuese nada contra mí. Fue un poco de repique por la relaciones del Gobierno Español de entonces y el Vaticano. Me ofrecieron abrir corresponsalía en Grecia. Entonces no era la Grecia de hoy y aquello era un cementerio de elefantes. Por cuestiones familiares dije que no. Entonces ya me habían llamado de la radio. Después seguí colaborando con “la casa” en programas con Pilar Miró, Jesús Hermida. Fueron muchos viajes pero esa paliza hizo que pudiese compaginar radio y televisión. A mí TVE me ha dado muchísimo.
Después colaboró con buena parte de los magacines matinales de María Teresa Campos: Pasa la vida (TVE), Día a día (Telecinco) y Cada día (Antena 3). ¿Cómo recuerda su etapa en la televisión privada?
Con María Teresa Campos estuve 16 años haciendo programas. Pasó a otra cadena y yo me fui con ella. Para mí la televisión es el medio y me interesa la gente que te está mirando y no tanto quien manda en cada empresa.
¿No ha notado nunca la censura, ni en la época de la dictadura?
No, porque no la hubiera aguantado. También sé mis medidas, sé dónde trabajo. No cambiar la noticia, no inventar, no mentir, pero sí ser prudente. He aprendido mucha prudencia en el Vaticano. En todo existe un “ni” que es un poquito de “no” con un poquito de “sí”. No hay que pelear, basta muchas veces “contrapensar” para no contradecir. La filosofía es la del respeto.
Su trayectoria profesional ha sido distinguida con el máximo galardón de la Academia de Televisión, el Premio Toda una Vida. ¿Cómo valora este reconocimiento?
Cuando me llamó el presidente pensé que iba a viajar a Roma y quería que le recomendase algún restaurante. Nunca imaginé que era para comunicarme que me habían concedido el Premio Iris. Lo que más me gustó fue cuando me dijo que había sido por unanimidad. El Iris me parece el colofón a una carrera, un broche de oro.
Actualmente colabora en el programa Amigas y Conocidas de TVE ¿qué destacaría de su etapa televisiva actual?
Somos mujeres muy distintas pero nos llevamos divinamente. Por primera vez, después de muchísimos años, estoy viviendo la realidad española que conocía desde fuera. Para mí ha sido empezar una nueva etapa. Y todo lo que es empezar en una edad en la que casi estás terminando es muy rejuvenecedor.
Estamos viviendo la era de la electrónica y la inmediatez del periodismo. ¿Cómo ve el presente y el futuro de la profesión?
Para mí, absolutamente imposible. Soy de las que he vivido muchos más años con la “Olivetti 32” que con la tecnología. Soy animal de costumbres y no saco todo el partido a los medios de esta era digital. Tampoco tengo un excesivo interés y con lo que sé ya me basta. El periodismo hoy es más fácil y tiene menos de imaginación. Me quedo con mi época.
Desde su perspectiva profesional. ¿Cuál es la clave de la permanencia en televisión?
No cansar a la gente y dejarles siempre con ganas de que te sigan viendo. Tener anécdotas, experiencias y contarlas como píldoras. El periodismo no puede ser frío, el periodista se tiene que implicar desde la emoción, que no se note pero que esté. Ese sentimiento tiene que cerrar siempre la crónica.
En primera línea
Se licenció en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y trabajó como enviada especial para el semanario Sábado Gráfico en Alemania, Austria y el Reino Unido. Durante doce años fue corresponsal de TVE en Italia y el Vaticano. Con posterioridad ha colaborado en buena parte de los magazines matinales que ha conducido María Teresa Campos: Pasa la vida (TVE), Día a día (Telecinco) y Cada día (Antena 3). Asimismo, ha sido corresponsal de Venevisión (Venezuela) y TV Azteca (México). Además, colaboró en el programa La Noria, presentado por Jordi González (Telecinco). Hasta junio de 2012 fue corresponsal de la cadena COPE desde Roma-Vaticano. Desde esa fecha, fue colaboradora para el programa Ventana al mundo de la Radio Latinoamericana (EE UU) y corresponsal en Italia de Es Radio. Actualmente, colabora en el programa Amigas y Conocidas de TVE y en 13TV.
A lo largo de su trayectoria profesional ha cubierto acontecimientos históricos como la muerte de Pablo VI con la elección de Juan Pablo I, la muerte de Juan Pablo I con la elección de Juan Pablo II. Durante 27 años y medio le acompañó en sus viajes por el mundo. Después cubrió, la elección y renuncia de Benedicto XVI. Y más recientemente, la elección del Papa Francisco y sus viajes más importantes para 13 TV.
Ha sido reconocida con numerosos premios entre los que se encuentran: la Cruz de la Orden de Isabel la Católica concedida por el Rey Juan Carlos I y es dama de la Orden de San Gregorio Magno concedida por Juan Pablo II; premio “Europeo” del Ayuntamiento de Roma; premio a la Profesionalidad otorgado por la cobertura realizada del Cónclave y por la información del asesinato de Aldo Moro; premio Calabria otorgado por el presidente de la República a un corresponsal extranjero en Italia; premio Adelaide Ristori a 12 mujeres destacadas en sus respectivas profesiones; Premio Pluma de la Paz de Mensajeros de la Paz; premio Rodríguez Santamaría de la Asociación de la Prensa de Madrid; Cruz de Plata de la Agrupación Española de Fomento Europeo y los Premios Bravo de Radio y Bravo Especial a la trayectoria ejemplar de toda una vida, concedidos por la Conferencia Episcopal.
Además, es autora de títulos como Anécdotas de un Papa Santo; Roma, año Santo; Juan Pablo II; Para ti… Papa Francisco; El libro de la pasta; De Benedicto a Francisco; Los fantasmas de Italia; Nutrición infantil; Juan Pablo, amigo; Abuela, háblame del Papa; Una guía del viajero para el Jubileo; La alegría; Pasta, pizza y mucho más; Adiós, Juan Pablo, amigo; Cocina sin sal; Dos papas, una familia; Caminando por Roma, guía del viajero; Los fantasmas de Roma; A vista de Paloma; Comiendo con Paloma Gómez Borrero y Huracán Wojtyla.
(Entrevista publicada en el último número de la revista ACADEMIATV)
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