‘Harry e hijo’ (‘Harry and son’, Paul Newman, 1984) es una de las películas más extrañas del actor/director. Se trata del único trabajo donde Newman aparece acreditado como guionista y autor de la historia, al lado de Ronald Buck. Una historia que se inspira parcialmente en la novela ‘A Lost King’ de Raymond DeCapite. Las malas lenguas dicen que esta película posee mucho de autobiográfica, debido a la especial relación que Newman tuvo con su hijo. No sería de extrañar.
El propio actor declaró en una ocasión que éste era un film muy personal, que tuvo una mano creativa incluso antes de dirigirla. Si a ello sumamos la elección del actor Robby Benson —sex symbol de los setenta—, que también tuvo una más que difícil relación con su padre, está claro que estamos ante un film que supone mucho para sus artífices. Realizada en una década en la que el público buscaba otras cosas, el film hereda formas sesenteras y setenteras, dando como resultado una película muy interesante a ratos, muy desequilibrada en otros.
La premisa de ‘Harry e hijo’ es bien sencilla, versa sobre las relaciones de Harry (Newman), un obrero de demoliciones, viudo, que vive con su hijo Howard (Benson), que desea escritor ante la negativa de su padre, quien siempre le está diciendo que se busque un trabajo de verdad. El típico conflicto generacional entre padres e hijos —el que no lo haya sufrido no es de este planeta— aderezado además con una enfermedad que sufre Harry, un intenso y sospechoso dolor de cabeza que terminará con su vida en el momento menos esperado.
Padres e hijos
Una de las bazas del film es precisamente no caer en subrayados sentimentaloides con el tema del cáncer, éste permanece en segundo plano, afortunadamente, para no caer en la típica historia de hombre enfermo terminal que debe arreglar sus problemas antes de morir. La muerte en la película es como en la vida, aparece en el instante menos esperado. Newman se preocupa bastante de no resultar ñoño, aunque por momentos la película parezca un telefilm típico de los años ochenta.
La diferencia generacional de los personajes se traspasa, cómo no, a los propios actores. Paul Newman controlando cada uno de sus gestos, en un personaje realmente difícil, un hombre que, al estar enfermo, es despedido del trabajo, lo que más le duele por pertenecer a una generación trabajadora. Robby Benson, quizá el punto actoral más flojo del film, un muchacho idealista que no cesará en sus intentos de convertirse en escritor. Para ello decidirá escribir la relación que tiene con su padre. Realidad y ficción mezclándose por partida doble en ‘Harry e hijo’.
Llama la atención que en el film la gente joven es mejor retratada que la adulta, o veterana. Howard sale ganando en comparación con sus familiares, siempre preocupados por tener un trabajo, sea el que sea. Howard además siempre está sonriendo —dicen que el mejor arma contra cualquier cosa es la risa—, de espíritu optimista y que rara vez se deja desanimar. Todas las secuencias entre ambos son lo mejor del film, demostrando una más que eficiente compenetración; da la impresión de que Newman y Benson son padre e hijo en la vida real.
Drama ochentero
Existe en la mirada de Newman director cierto desencanto, apoyado por la banda sonora de Henry Mancini —extraño y alejado de sus melodías— o el trabajo fotográfico de Donald McAlpine, cierta tristeza reposada, y muchas de las secuencias son tratadas con mimo. Por ejemplo, el momento en el que Harry abre la enésima carta que Howard recibe de una editorial, y que cambiará radicalmente la vida del joven, logrando además que su padre se sienta enormemente orgulloso de él, al lograr “triunfar” con su particular sueño. También el humor, muy bien insertado, que se desprende de visitar a una amiga de su hijo, y que les hace comunicarse más que nunca.
‘Harry e hijo’ es una película que atesora no pocos instantes soberbios, y todos prácticamente son por el excelente trabajo actoral, que en manos de Newman desprenden una increíble naturalidad. Ellen Barkin y Morgan Freeman tienen pequeños papeles cuando aún no eran conocidos, y en un personaje de cierto peso —metáfora de ese tipo de personas que te cruzas en la vida, aunque sea por poco tiempo, y dejan una huella imborrable en ti— Joanne Woodward, cuyo feeling con Newman traspasa la pantalla, obviamente.
Hay quien definió ‘Harry e hijo’ como una versión masculina de ‘La fuerza del cariño’ (‘Terms of Endearment’, James L. Brooks, 1983), el excelente drama que había arrancado millones de lágrimas el año anterior. Si la intención de Newman era hacerse con un buen número de estatuillas doradas, el tiro le salió por la culata; a lo único que aspiró la película fue a un Razzie a la peor interpretación para Robby Benson. A Paul Newman le entregarían un Oscar honorífico a los dos años y se pondría a las órdenes de Martin Scorsese para repetir con uno de sus inolvidables personajes.
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La noticia Paul Newman | ‘Harry e hijo’, drama personal fue publicada originalmente en Blog de cine por Alberto Abuín .
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