Regression
Año: 2015
Duración: 106 min.
País: España
Director: Alejandro Amenábar
Guión: Alejandro Amenábar
Música: Roque Baños
Coproducción España-Canadá; MOD / Himenóptero / First Generation Films / Telecinco Cinema
Intérpretes: Ethan Hawke, Emma Watson, Aaron Ashmore, Devon Bostick, David Thewlis, Dale Dickey, Aaron Abrams, Adam Butcher, David Dencik, Kristian Bruun, Matija Matovic Mondi, Janet Porter, Goran Stjepanovic
Sinopsis:
Minnesota, 1990. El detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) investiga el caso de la joven Angela (Emma Watson), que acusa a su padre, John Gray (David Dencik), de haber cometido un crimen inconfesable. Cuando John, de forma inesperada y sin recordar lo sucedido, admite su culpa, el reconocido psicólogo Dr. Raines (David Thewlis) se incorpora al caso para ayudarle a revivir sus recuerdos reprimidos. Lo que descubren desenmascara una siniestra conspiración.
El talento de Amenabar no está en entredicho, como no lo estaba el de Lope de Vega, (aunque, como de todos es sabido tuviera alguna obra mediocre). Película tras película, Amenábar ha mostrado ese talento peculiar que tiene para saber contar historias diversas, sumergirnos en su mundo y trasmitirnos la inquietud convenida, inquietud, suspense, angustia, u opresión por un entorno que, en general, parece convivir con nosotros sin que nos hubiéramos dado demasiada cuenta que lo teníamos como vecino.
Desde su primera película “Tesis” hasta la penúltima “Ágora”, ha demostrado saber manejar el lenguaje de la cámara con un pulso especial para contar historias de diferentes géneros, e impregnarlas de una sensibilidad cuyas atmósferas y temas nos arrastran y nos conmueven. Tambien ha sabido manejar los tiempos y el ritmo con intuición o sabiduría de maestro. Pero parece que lo mas sencillo, cuando no conectamos del todo con una obra del creador en el que confiábamos plenamente es sentirnos con la autoridad de verter todo tipo de opiniones negativas sobre esa obra y darle la categoría de fallida, sin pensar que no tenemos derecho a exigir a ningún artista, que sea excelso en cada momento, en cada pincelada, plano, párrafo o verso que escriba. ,
Todo esto viene a cuento porque “Regresión”, la última película de Alejandro Amenábar, es una película aceptable pero no excelsa, con un buen guión, pero creo que mejorable, con un ritmo medido que va creciendo a medida que avanza la película, desgranando inteligentemente la truculenta historia con pistas que a veces resultan falsas, un juego verdad/mentira, a veces real y a veces ficticio, que nos hacen reflexionar sobre el poder de la mente para producir realidades diabólicas a través, ya sea de la autosugestión o por la sugestión inducida.
La historia que cuenta está basada en hechos reales que sucedieron en los años noventa y que, convulsionó a una gran parte de América, cuando una serie de niños y adolescentes acusaron a padres y a profesores de hechos repulsivos, como rituales satánicos y abusos a menores que, parece ser esos hechos solo ocurrían en la mente delirante de esos adolescentes, y que después de serias investigaciones concluyeron en que nada era real, pero que sin embargo arruinó el futuro de algunas familias,
Inspirado en esos hechos el director nos construye una película que quiere tener un efecto terrorífico, y que, seguramente por su línea de discurso narrativo, solo consigue un drama de corte entre suspense y género negro, eso sí, inmersa en una permanente y aceptable intriga mantenida hasta el final, sobrando, creo, cierta recreación en una serie de imágenes cercanas al gore, que si no fuesen una clara concesión para los aficionados al impacto visual, está claro que sobrarían.
Seguramente nos gustaría más otro final; castigar algún culpable, que la iglesia estuviera implicada en una trama que no queda claro como se inicia ni quien le da aliento, que se cerrara la historia con más claridad, pero es evidente que Amenabar no ha querido falsear lo que fue el desenlace real de aquellos sucesos, y sí, hacernos reflexionar de cómo la mente humana, influida por hechos externos educacionales y sociales mezclados con otros internos, insoslayables, extraños y casi siempre misteriosos, puede crear su propia realidad. Lo que nos rubrica es que, los pensamientos y las visiones delirantes son fácilmente inyectables y manipulables.
La película es digna, aunque me ha parecido la menos personal de su filmografía, quizá por el tema que trata, pero al final deja una especie de poso como si el director no se hubiese implicado demasiado en ella. Y eso si que se trasmite, Y duele.
Pepe Méndez