Fragilidad total y absoluta. Eso es lo que transmite por todos sus poros La Carretera (The Road, 2009). Desde el principio, deja muy muy claro que esta no será la típica cinta de acción en la que el protagonista logra sobrevivir a todos y cada uno de sus encuentros. Capaz de sobrevivir a una caída de varios metros, o de recibir un disparo y que pueda seguir hasta completar su propósito.
La película dirigida John Hillcoat es cruda. No llega a niveles de otros autores como Lars Von Trier, pero no duda en demostrar la dureza de un mundo apocalíptico. De hecho, me atrevo a decir, es la primera película que realmente me demuestra que la humanidad se ha ido al carajo, algo que ya conseguía hacer la novela en la que se basa (de Cormac McCarthy, con el mismo título)
Desde prácticamente el principio, se nos presentan unos personajes frágiles. El personaje interpretado por Viggo Mortensen tiene una tos, que para nada augura nada bueno, desde casi la primera escena. Puede parecer un recurso típico para mostrar vulnerabilidad, pero cumple una función mayor, la de que temamos por la vida de nuestro protagonista. Porque sí, aquí si hay un peligro real que puede acabar con la vida de nuestro personaje.
En la gran mayoría de obras en las que se nos muestra un futuro post-apocalíptico, la mayor y más importante amenaza para los personajes principales suele ser el resto de personas. Aquí, la película se esfuerza mucho en dejar claro que mil cosas pueden matarte antes incluso de llegar a encontrarte con nadie: hambre, enfermedades, infecciones… pueden hacer que tu camino acabe antes de tiempo.
Visualmente, la película nos muestra un vasto y destruido mundo, que abusa de las escalas grises para transmitir monotonía y desolación. En ningún momento, la historia roza ni de cerca el explicar al espectador el motivo por el cual se ha llegado a esta situación, y me parece una gran idea. No sería la primera vez que algún producto audiovisual la lía intentando dar contexto a su obra. Porque lo digo claramente, para que no haya ningún tipo de confusión. La gran mayoría de las veces, el espectador no necesita saber que fue lo que pasó con el mundo, si eso no aporta algo medianamente importante a la historia.
En el caso que nos ocupa, la historia se centra en el viaje de un padre y su hijo. Obviamente, lo que ha convertido la tierra en un yermo de ceniza es intrigante, pero no aportaría nada al relato. En lugar de eso, se esfuerza en profundizar en la relación entre el padre y su hijo, mientras asienta las bases de un mundo al borde de la desaparición. Un viaje, tanto físico como interno, que nos lleva de la mano de unos personajes muy creíbles, al borde de sus fuerzas, que irán desarrollándose mientras lo hace la propia película.
Al contrario de lo que sucede en películas con un universo similar, La Carretera aporta gran importancia a cada elemento. Aquí, al contrario de lo que ocurre en films como Mad Max cada nuevo recurso que nuestros protagonistas logran conseguir es tremendamente importante. Porque aquí, al contrario de en el mundo del guerrero de la carretera, cada bala es un seguro de vida. Es más, el tener un arma, a pesar de estar sin munición, te da una ventaja decisiva sobre cualquiera que aparezca en tu camino, siempre y cuando no sepa que está descargada. Cada lata de comida implica tener algo para comer un día más, lo cual es una gran diferencia. No hay apenas pertenencias, y lo poco que tienes apenas alcanza para llenar un carrito de la compra, uno de esos que hace unos años llenabas semanalmente con productos que creías realmente importantes, pero que ahora consideras prácticamente un sueño.
Visualmente, la ambientación es sublime. La pantalla está siempre dominada por tonos grises y oscuros, que aumentan la sensación de desolación y tristeza que cubre el mundo. En casi todo momento, la ceniza domina la escena, y el la película se ocupa de recordarnos una y otra vez que ese elemento está ahí.
Las actuaciones, tanto de Viggo Mortensen como de su hijo en la ficción, Kodi Smit-McPhee, destacan en sus papeles. Personalmente, el trabajo de Mortensen me recuerda mucho a uno de sus papeles más actuales, el de Captain Fantastic (Matt Ross, 2016), si bien es cierto que en La Carretera realiza un papel bastante más extremo y que lo lleva al límite, pero igual de destacable.
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