Por José Miguel Contreras, productor ejecutivo en Globomedia y académico.
“La discusión sobre el modelo audiovisual era un clásico de nuestro debate político y social. Hoy no hay nadie que aborde la cuestión. Ni siquiera tenemos propuestas sobre las que discutir”
“Vivimos un momento especialmente complicado para hacer proyecciones sobre el devenir que nos espera en el sector de la televisión en España. Compartimos un generalizado estado de incertidumbre. Todos los actores implicados viven procesos de cambio trascendentes:
- Los dos grandes grupos de televisión comercial han tenido un resultado económico espectacular en 2016. Juntos van a tener cerca de los 450 millones de beneficio. Han pasado más de diez años desde que se vivían ganancias similares.
- La clave ha sido la de una férrea gestión que se ha asentado en los últimos años en reducir significativamente los gastos de explotación para compensar el importante descenso de los ingresos publicitarios sufrido. La inversión comercial llegó a bajar desde los casi 3.500 millones de 2007 a los 1.700 de 2013.
- Durante la crisis, los costos se recortaron radicalmente. Cuando la situación económica ha empezado a mejorar, han conseguido mantener el bajo nivel de gastos. En los últimos tres años, el mercado publicitario ha crecido 400 millones.
- Las televisiones públicas permanecen en un estadio difícil de sostener. Urge una definición clara sobre su función, su objetivo y su financiación dentro de un sector que en nada se parece al dibujado en el período previo a la crisis.
- El resto de pequeños operadores en abierto tiene ante sí un difícil panorama. Son canales demasiado pequeños y demasiado dispersos para hacer frente a una abierta competencia tanto en el terreno de los contenidos, como en el de la captación de ingresos comerciales.
- Todos los operadores en abierto comparten además la necesidad de empezar a dar respuesta a corto plazo al salto tecnológico y a la modificación de los consumos tradicionales que llevan inevitablemente a ver descender su papel preponderante.
- Los operadores de telecomunicaciones son viejos recién llegados. Aunque llevan tiempo en el mercado, hasta ahora no habían dado pasos firmes y decididos para participar significativamente en el negocio televisivo. Todo parece indicar que estamos en la antesala de su definitiva entrada en el terreno de juego, con la determinación de competir en las grandes ligas.
- Movistar va a ser el operador que puede cambiar nuestro mercado audiovisual. Debería entender que la televisión no es sólo una necesidad en su oferta comercial. Puede ser además una oportunidad extraordinaria para convertir el negocio televisivo en una de las claves de su desarrollo. De su impulso dependerá además el mayor o menor esfuerzo de sus competidores, lo que podría contribuir a dinamizar un sector necesitado de estímulos.
- El primer paso ha de ser ineludiblemente el de extender la conexión a sus servicios televisivos a la mayor parte de la población española a la que no se ha conseguido llegar hasta ahora. El segundo, en paralelo, será el de concretar una oferta de contenidos capaz de conquistar una mayor presencia en el mercado.
- Las recién incorporadas plataformas de distribución vía streaming (Netflix, HBO y Amazon) pueden ayudar a cambiar la percepción de los ciudadanos de la televisión del presente y del futuro. Aunque para ellos, el mercado español no es más que un pequeño asentamiento en su implantación globalizada, lo cierto es que pueden servir de estímulo para avivar nuevas vías de competencia.
- Como trasfondo, se encuentra el sector más afectado, el de las empresas de producción y de servicios. La crisis se ha cebado especialmente con la base del tejido industrial audiovisual. La disminución generalizada de costos ha recaído especialmente en las compañías que viven de nutrir de contenidos a los operadores.
- La reducción significativa de la competencia ha marcado la subsistencia de estas empresas. El entorno de su actividad se ha modificado a peor. Su capacidad industrial se ha minimizado de forma generalizada.
Y el primer problema a resolver es que no hay un plan. Nuestros partidos políticos carecen de un proyecto audiovisual actualizado que afronte los nuevos retos a los que nos enfrentamos. La agenda post-crisis tiene al parecer otras prioridades. Desde siempre, la discusión sobre el modelo audiovisual era un clásico de nuestro debate político y social. Hoy no hay nadie que aborde la cuestión. Ni siquiera tenemos propuestas sobre las que discutir. Mala señal”.
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