Cuando alguien como Paco León decide lanzarse a la dirección de la forma en la que lo hizo con las dos películas de ‘Carmina’, una espera que toda su carrera sea tan personal, coherente -e intransferible-, como sus dos primeras películas. Por eso, una se sorprende al saber que su tercera película es, además de un encargo, un remake de otra película y que financia Mediaset España.
Luego, una descubre el título, ‘Kiki, el amor se hace’ y su frase promocional –«una comedia erótico festiva»– y empieza a ver los avances y surgen dos posibilidades: la primera es que, como encargo, cumpla los requisitos de carácter comercial que le pide la cadena que financia la cinta, perdiendo su identidad; y la segunda, que haga lo que le dé la gana y mantenga la huella de identidad que ya marcó en sus dos primeros trabajos.
¿El resultado? Una originalísima combinación de ambas en una fresquísima y gamberra comedia que huele a verano.
La pequeña muerte
Los franceses llaman al orgasmo «la petite mort» y es así como se títula la película que adapta Paco León en su tercer largometraje: ‘The Little Death’ (Josh Lawson, 2014). Pero llamarla ‘La pequeña muerte’ no habría tenido mucho sentido en nuestro país ni en el universo del directo, que optó por la palabra ‘kiki’, algo mucho más castizo y que define el espíritu gamberro y desenfado de la cinta.
Y es que en ‘Kiki, el amor se hace’ se nos cuenta la historia de 10 personajes y sus relaciones a través de curiosas y extrañas filias sexuales. Es verano en Madrid y sus habitantes tratan de dar rienda suelta a sus fantasías. Así, conocemos hombres y mujeres que sufren de dacrifilia, que se excita con el llanto; elifilia u obsesión por determinados tejidos; herbofilia o excitación por las plantas o harpaxofilia o la excitación al ser asaltado.
Unos personajes que para obtener el verdadero placer, tendrán que abrazar a sus filias y aprender a integrarlas en sus vidas, haciendo todo lo posible para ello. Sus sentimientos, miedos y sobre todo su sexualidad se transformarán rompiendo tabúes, adentrándose en una nueva etapa de sus vidas en las que aprenderán a aceptarse a ellos mismos, sintiéndose libres y por lo tanto, libres para vivir el amor a su manera.
Y es que en definitiva, más que de libertad sexual, el tercer largometraje de Paco León es una oda a la diferencia realizado con mucha libertad, moderneo y a la vez, sin perder un ápice del carácter comercial lógico de una producción respaldada por Mediaset. Algo que es digno de admirar, sobre todo, cuando se trata un tema tan arriesgado como el de las filias sexuales raras y extravagantes y que,aunque sin ser muy explícita, no se corta un pelo a la hora de utilizar cierto vocabulario o de mostrar escenarios extremos -la secuencia en el club de sexo, por ejemplo-.
La estructura es sencilla. Las cinco historias se nos van contando una detrás de otra, combinadas siempre siguiendo el mimo patrón, y avanzando al mismo ritmo. Algo que no resulta nada innovador, pero que funciona y se adecua a las necesidades de la cinta. Aunque como en todas las películas en las que hay varias historias, siempre hay unas que resultan más interesantes que otras, algo que Paco León soluciona, entre otras cosas, con un final
En cuanto a los valores estéticos de la película, ‘Kiki, el amor se hace’ sigue una tendencia que parece está cogiendo fuerte en nuestro cine: el de los tonos desaturados de estilo indie -que está bien claro beben del cine independiente americano o de series de televisión como ‘Girls’-, pero que junto al letimotiv tropical, terminan de darle el toque festivo y veraniego de se respira en la película
Reparto orgásmico
Pero una película como está no es nada si no cuenta con un reparto que esté a la altura y que sea capaz de convertir las situaciones más surrealistas -pero reales, Paco León ha declarado en más de una ocasión de la existencia real de todas estas filias-, y diálogos imposibles. Y en ‘Kiki, el amor se hace’, el director consigue una combinación perfecta de rostros altamente reconocibles para el gran público y otros no tanto, pero que consiguen un balance más que interesante
Asi, destacamos los trabajos de Belén Cuesta, que revolucionará la relación de la pareja formada por Paco León y Ana Katz -gran descubrimiento-, y cuyo desparpajo se come la escena. Ojito con ella, que le llegará el momento de dar el golpe. Junto a ella, también nos quedamos con la siempre genial Alexandra Jiménez -y su obsesión por los tejidos-, los feriantes Candela Peña -se excita con las lagrimas de su marido- y Luis Callejo o la extrañísima, pero acertada pareja formada por Luis Bermejo y Mari Paz Sayago.
En definitiva, el tercer largometraje de Paco León termina resultando más interesante de lo que parecía, y su propuesta visual, su humor sin tabúes y su excelente reparto consiguen que lo que parecía una película sin mayor pretensión que la de divertir al público, termine yendo más allá y sea todo un canto a ser diferente. Muchísima curiosidad por saber cuál será e siguiente proyecto del director.
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La noticia
‘Kiki, el amor se hace’, una oda a la diferencia
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Blog de cine
por
LuciaRos
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