The Danish Girl
Año: 2015
Duración: 120 min.
Prod: Reino Unido
Director: Tom Hooper
Música: Alexandre Desplat
Reparto: Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Amber Heard, Ben Whishaw, Matthias Schoenaerts, Victoria Emslie, Adrian Schiller, Richard Dixon, Paul Kerry, Helen Evans, Michael Gade Thomsen, Alicia Woodhouse
Sinopsis:
Drama basado en la verdadera historia de una pareja de artistas daneses, Einar y Gerda Wegener. La vida de este matrimonio dio un giro cuando Einar sustituyó a la modelo femenina que su mujer, Gerda, tenía que pintar. Cuando los retratos resultan ser un éxito, ella anima a su marido a adoptar una apariencia femenina. Lo que comenzó como un juego llevó a Einar a una metamorfosis que puso en riesgo el amor de su esposa
Opinion:
La historia real de este matrimonio de pintores daneses, que tuvieron un aceptable éxito en Paris con los cuadros que Gerda pintaba de su marido, vestido de mujer, cuya figura se convirtió en símbolo de femineidad y erotismo, sin saber nadie de quien se trataba en realidad esa modelo que posaba para ella. Esa historia bien valía una película, y Tom Hooper la ha realizado acertadamente -a partir de una especie de diario que Einar escribió en sus últimos años de vida- procurando llenarla de fina sensibilidad, para que todo el mundo la entienda alejado de morbo, y esto coincide con un momento idóneo para que se convierta en éxito.
Un drama contado con elegancia y solvencia en el que nos muestra unos entrañables personajes que se dejan llevar por sus sentimientos y que, aunque se manifiestan transgresores en la época en que vivieron –principios del siglo XX- fueron coherentes y respetuosos con el amor que se profesaban mutuamente.
El director se ciñe en describirnos la evolución en la relación de pareja, y como esa feminidad mostrada en los cuadros va devorando al hombre físico que hay dentro de ella de una manera seductora cada vez con más fuerza, para convertir la naturaleza varonil de Einar, y transformarla definitivamente en Lili Elba. La lucha de esa dualidad de sentimientos queda reflejada en el amor sincero y el respeto que siente cada uno de ellos hacia la otra persona, y como estos se van transformando; en principio desde la pasión, para convertirse en sensualidad y, posteriormente, casi en un cariño maternal de protección.
Puede ser que una historia tan intensa debiera mostrar más pasión y un guión que reflejara la angustia y el desequilibrio interno que se gestaría en el espíritu de Einar y las turbulencias de personalidad que debió sufrir el personaje y como debió influir todo ello en la relación con su pareja.
Puede ser que lo que nos cuenta Hooper solo sea una pequeña parte de las dudas, y seguramente algunas angustias que sufrió antes de tomar la decisión de entregarse a las manos de un cirujano, para transformarse en mujer, en una época –principio de años treinta- en que era un experimento de conejillo de indias y tenía grandes riesgos de perder la vida en la operación. Todo eso llevado con un secretismo pasmoso si no quería convertirse en pasto de escarnio, o ser encerrado en un manicomio con diagnóstico de esquizofrenia.
Puede que haya quedado muy simplificada. Algunos dirán que dada la verdadera historia, la película ha quedado un poco lait, algo celofanosa, pero aun así, el film tiene suficientes valores cinematográficos como para que nos atrape en su envoltura. Veamos: su estética es pausada, fina, nos llega su erotismo como visto a través de un trasluz cálido de cortinilla. La ambientación, tanto en las escenas desarrolladas en Copenague como la atmósfera de la “belle epoque” en Paris, respiran el ambiente romántico y la sensualidad que nos imaginamos de ese momento. La banda musical de Alexandre Desplat es emotiva, y nos evoca ternura, pero no se excede en matizar secuencias, si no que acompañan armoniosamente algunos momentos del desarrollo dramático. El ritmo narrativo es pausado, avanza sin prisas, y nos va introduciendo en la historia de menos a más, recreándose en escenas intimistas, desgranado la relación feliz de un matrimonio con suaves pautas de comportamiento y personalidad de cada uno de ellos, acompañadas por unas interpretaciones, excelsas ambas. Si la caracterización que hace Eddie Redmayne -metiéndose en la piel del complejo Einar Wegener- es de gran categoría, la actuación de de la sueca Alicia Vikander, en el papel de Gerda, es superior. Ella nos transmite todo lo que se desea en una mujer: sensualidad, erotismo, ternura, seguridad, comprensión y el apoyo que cualquier persona necesita en los momentos difíciles; todo un lujo de actriz, la Vikander.
Un film narrado con inteligencia, sin necesidad de explotar la tensión neurasténica que algunos espectadores piden encontrar en cualquier tipo de film, sin pararse a pensar que algunas historias se degustan mejor contadas pausadamente.
Pepe Méndez