Título original

Lady Macbeth

Año: 2016

Duración: 89 min.

País:  Reino Unido

Director: William Oldroyd

Guion: Alice Birch (Novela: Nikolai Leskov)

Música: Dan Jones

Fotografía: Ari Wegner

Reparto

Florence Pugh, Christopher Fairbank, Cosmo Jarvis, Naomi Ackie, Bill Fellows, Ian Conningham, Paul Hilton, Joseph Teague, Golda Rosheuvel, Rebecca Manley

Sinopsis

La Inglaterra rural de 1865. Katherine (Florence Pugh) vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su fría y despiadada familia. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven trabajador de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea.

 

Crítica

Uno  de los principales aciertos que podemos encontrar en este film y que lo hace poderoso es la elección de Florence Pugh como intérprete de una atípica Lady Macbeth.  Sumisa y humillada, adolescente convertida en mujer despechada por un despótico ser que, aparte de que no la ama, no se esconde en manifestar su desprecio públicamente, ni, sobre todo, en la intimidad.

Veamos, dentro de este drama extremo, propio de la Edad Media pero ambientado por el debutante William Oldroyd en la Inglaterra del siglo XIX, hay varias críticas feroces de un sistema feudal, esclavista, y como es lógico pensar, por lo que conocemos de la historia, desgarradoramente machista. Así que, sin desmerecer sus valores, que son muchos; desde la magnífica ambientación, su progresión dramática, su delicada puesta en escena y una estética expresiva cuidadísima que evidencia su sensibilidad al elegir el plano de un rostro que sin apenas parpadear expresa todo un mundo interior de enigmáticas sensaciones. Expresiones de aparente serenidad que pueden encerrar una pasión volcánica o una rabia vengativa, propia de quien ha sido humillado creyendo que no se lo merece, pero que sospechamos puede ser cortante como una navaja de afeitar.

Aún con todo eso, considero que esta no es una película de autor, si no un trabajo de producción perfecto de todos los profesionales que han intervenido, porque es un drama que ya encontramos sin dificultad marcado linealmente en el texto original: la novela del ruso  Nikolai Leskov.

Por lo demás, he de decir que mientras la veía, no me encajaban las relaciones abruptas  y desmesuradas de algunos personajes con sus congéneres y familiares en un mundo y cultura anglosajona, ni los arrebatos impertinentes, casi procaces, inducen a situarnos a la refinada contención que caracteriza a los británicos, porque ese comportamiento, según la psicología  inglesa, les denigraría a ellos mismos socialmente. Aquí es donde he sentido chirriar la adaptación de una película halagada por la mayoría de los que han tenido el placer de verla; pero es que ese trasvase de adaptar una novela rusa, reflejo de una brutalidad entre amos y sirvientes en esa época -e incluso entre los padres con los hijos y las propias esposas de algunas buenas familias de ese país- tiene poco que ver con la que se daba en el medio social inglés.

En la Rusia de mediados del S. XIX el trato que socialmente se da a los considerados inferiores, mujeres, trabajadores y servidumbre en general es prácticamente de total humillación con trato de esclavitud. Los amos  los tenían como posesión, con la misma categoría que animales  u objetos de servicio o decoración, perdiendo la categoría humana para pasar a convertirse en un valor minúsculo de riqueza, y, a pesar de que eso se reproducía en otros mucho lugares del mundo, en Rusia era especialmente cruel, y, porque eran esclavos, los amos podían disponer de su vida o su muerte a su antojo. Esa era la mentalidad arraigada en la clase dominante. ¿Por qué estalló la Revolución Rusa,  si no, debido a una situación de deshumanización brutal que afectaba a una gran parte de la población, insostenible en el tiempo?

Esa diferencia es la que considero que el director no ha sabido mesurar correctamente  la pulsión dramática y por donde se escapa el no alcanzar una adaptación perfecta de una obra literaria notable, pero si una atractivo radiografía  de como se inocula el mal en una candorosa y bellísima flor y lo peligroso que puede ser sentirse atraídos por ella y dejarse llevar por el instinto.

Pepe Mendez