QUE FUE DE BRAD
Director : Mike White
Intérpretes principales: Ben Stiller; Austin Abrems
Crítica:
Comienza el film con una declaración de intenciones que se hace el personaje intentando proyectar en su hijo -a punto de entrar en la universidad- todo lo que hubiera querido para él cuando tenía la edad de aprendizaje, pero que, por diferentes motivos no fue capaz de conseguir. Y también con una reflexión: ¿por qué casi todos sus antiguos compañeros de clase han triunfado, incluso los que tenían menos talento, y él se considera un fracasado?
La película es un viaje al pasado y a la vez al futuro, analizando personalmente, con envidia y al mismo tiempo algo de rencor, a algunos de esos excompañeros y los caminos de su éxito, además de preguntarse ¿que es el éxito y a donde nos lleva este? aparte de despertar la admiración de los demás, y a veces, la envidia. Ahora, todos los esfuerzo de Brad es conseguir que su hijo entre en la mejor universidad de EEUU y triunfe, como si fuese una proyección de él mismo y sentir en eso, como una sensación de orgullosa venganza.
La historia está contada en momentos con ritmo y gracejo, en clave de comedia pseudoanalítica, a veces, y en otros momentos con un cierto regusto amargo de drama personal que nunca llega a ser dramático o angustioso, aunque con algún desplante de insolencia, predecible, y no siempre justificado, si no fuera porque entendemos el complejo de fracaso de Brad ante el espejo de sus ex compañeros de carrera. Aunque también la pedantería y superficialidad de alguno de estos. El recorrido que hace el personaje, interpretado con habilidad y destreza por Ben Stiller, sin apartarse nunca, en las escenas más duras del tono de comedia reflexiva, pasa por concluir en lo relativo de los éxitos y los fracasos, así como los conatos de envidia que producen en él los éxitos de los demás, que a veces no son tal, sino que son frustraciones suyas o equívocos inasumibles.
Un film que deja un sabor agradable al final, pero que en el viaje cuestiona algunos comportamientos absurdos enquistados en la naturaleza del ser humano, en esta y en cualquier sociedad, pero que con reflexión deberíamos aprender a dominar ciertos sentimientos que no hacen sino entorpecer el camino de nuestra felicidad.
Pepe Méndez