“Es una película especial, distinta. Algún espectador ha salido de la sala diciendo ‘todo el rato igual, todo el rato igual’, y es verdad, pero al mismo tiempo todo el rato es diferente. Para nosotros fue un lienzo en blanco. Parte de un personaje sin atributos, lo que permite que el espectador tenga mucho espacio para interpretar toda la película, que tiene algo de documental porque estás rodando algo que está ocurriendo, aunque sea una representación. Es una ficción construida con herramientas del documental. Al final, la barrera entre ficción y documental es artificial”, indicó la pareja de guionistas, para la que el cine “nace reflejando procesos. Plantas la cámara y grabas a unos obreros saliendo de una fábrica o a la gente entrando a misa. El cine domina el tiempo. Nos interesaba trabajar con un guión que se disolviera, muy abierto al rodaje, invitando al azar”.

 

De los Remón partió este proyecto, para el que buscaron al director y productor. “La película se rodó en localizaciones naturales entre el Pirineo catalán y francés, donde vive el director, que no repitió una sola toma . Su protagonista es un no actor que recrea las edades del hombre porque vive cazando, recolectando y fabricando armas con madera y piedras. El construye la cabaña, hace el fuego… Esa manera de trabajar es lo que le da valor a la película”, defendieron.

 

La pareja creativa destacó la capacidad del cine para “controlar y dominar el tiempo, para registrar los procesos y esta es una película de procesos. Es un reflejo de la vida interna del personaje, y si no entras en ese proceso…”.

 

Incondicional del libro de aventuras Robinson Crusoe, Pablo Remón calificó El perdido como un largometraje de “sensaciones que te permite pensar mientras la estás viendo, tiene más que ver con mirar un cuadro que con una narración”, indicó el guionista, que es de los que apuestan por “dejar libre al espectador”. 

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