Perdido

Título original: Mon garçon
Año: 2017
Duración: 84 min.
País: Francia
Dirección: Christian Carion
Guion: Christian Carion
Música: Laurent Perez del Mar
Fotografía: Eric Dumont
Reparto
Guillaume Canet, Mélanie Laurent, Olivier de Benoist, Marc Robert

Sinopsis
Un padre muy ocupado hace numerosos viajes por África, Sudamérica y Oriente Medio. La pasión que siente por su trabajo le ha distanciado de sus seres queridos. Hace tres años que se divorció, y desde entonces ha visto a su hijo en contadas ocasiones. Pero cuando éste desaparece, se ve obligado a aparcar su vida profesional, y comienza entonces a descubrir muchas cosas sobre su exmujer y su hijo.

Críticas:

Cristian Carion nos ofrece aquí una historia de intriga doméstica en la que un padre que no se ha ocupado apenas de la familia, en parte debido a su trabajo y también, porque anda separado de la madre de su hijo, se vuelca con todo el arrojo y amor en el descubrimiento de la razón por la cual el hijo ha desaparecido sin explicación razonable, convirtiéndose él, en el verdadero detective de la investigación en el encuentro y recuperación de su hijo.
La película tiene tres líneas de desarrollo, por una parte el estado sentimental de su ex en la actualidad con su nueva pareja y de esta con el niño. Por otra, la labor policial en el caso, y la última, sus propias pesquisas en la investigación, seguidas un poco por la lógica de la razón y otro poco por la intuición y pálpitos del corazón.
Forman parte de la historia la culpa de los padres en el desarreglo de los hijos, y como esas casualidades pueden aprovecharlas las fuerzas del mal que se supone pueden aparecer en cualquier momento, así como la fragilidad y el desamparo de los niños. En este sentido podría convertirse en una película de denuncia por la falta de responsabilidad de los mayores en cumplir nuestras obligaciones, habiendo podido tomar otras opciones en su desarrollo, pero el director ha preferido convertirla en un thriller, con los ingredientes de tensión y emoción, típicos y tópicos que este género conlleva, con la salvedad en que las escenas de más acción e intriga las ha salvado con sobriedad y elegancia, sin los tan manidos efectos especiales y salvajes duelos de personajes que representan al bien y al mal.
No podía faltar el consabido acercamiento de la pareja con el toque de moralina de mostrar cuales son las verdaderas cosas por las que debemos ocuparnos, pero no queda claro si la culpable del ofuscamiento y ceguera por centrarnos o no en esas cosas es de la soledad de los corazones rotos.
No es muy original, pero es emocionante, a veces, enervante en otras, y tierna, en el fondo. Aunque le falte reflexión para adultos que se supone han vivido una dura experiencia.
P. Méndez