Título original: Réparer les vivantsaka
Año: 2016
Duración: 103 min.
País: Francia
Director: Katell Quillévéré
Guion: Katell Quillévéré, Gilles Taurand (Novela: Maylis De Kerangal)
Fotografía: Tom Harari
Reparto
Emmanuelle Seigner, Tahar Rahim, Anne Dorval, Alice Taglioni, Monia Chokri, Bouli Lanners, Finnegan Oldfield, Dominique Blanc, Alice de Lencquesaing, Karim Leklou, Kool Shen, Camille Tillier, Andranic Manet
Productora
Les Films Pelléas / Frakas Productions / France 2 Cinéma / Les Films du Bélier

Sinopsis

Todo comienza de madrugada en un mar tempestuoso con tres jóvenes surfistas. Unas horas más tarde, en el camino de vuelta sufren un accidente. En el hospital Havre, la vida de Simón pende de un hilo. Mientras tanto, en París, una mujer espera un trasplante providencial que le pueda prolongar su vida.

Crítica:

Así de frio es este título, como si de un coche cualquiera u otra maquinaria se tratara, solo que las máquinas no tienen vida propia y las personas y resto de seres vivos sí. Bueno, no quiero entrar en el siguiente paso de discusión sobre la robótica porque eso ya es futuro. Cercano, pero futuro. Y ahí sí podríamos entrar en suculentas y largas disquisiciones. Pero no, no es el tema a tratar. Porque al fin y al cabo, todavía, una persona no es un cibor.
El tema de la película (antes, novela de Maylis de Kerangal) va de responsabilidad y de conciencia de donación de órganos por parte de las familias de seres que, por causas de accidentes han perdido la vida o están clínicamente muertos. No es fácil para unos padres, unos hijos o unos hermanos, dar consentimiento para que extraigan los órganos de seres queridos, recién fallecidos , y puedan aprovecharlos seres que si no fuera por ellos estarían totalmente desahuciados. Pues bien, ese es el proceso que sigue la narración de esta historia. Nos describe la felicidad y potencia inmersa en la inconsciente de cualquier joven de 18 años. Un mundo de aventura que puede truncarse por cualquier imprevisible circunstancia.
A partir de ahí, un sortear de caminos de tortuosas curvas nos llevan por diferentes historias, cuya emotividad para sentirlas como propias, no hubiera sido necesario recrearlas tan románticamente, pues simplemente, con mostrarlas hubieran bastado para ganar nuestra empatía con los personajes y la propia situación.
La película sigue un itinerario reconocible con el documental, paso a paso nos describe el protocolo que han de seguir los diferentes estamentos de la medicina para que se dé el caso de la salvación de una vida, y como se celebra triunfalmente cuando eso sucede. Antes, nos hace pasar por una serie de trámites muy técnicos, pero que la directora, Katell killëvéré, ha querido mostrárnoslo como un rosario de dificultades para que ese hecho se consuma, como si nos mostrase el duro entrenamiento para una prueba deportiva. Vale decir, que las últimas escenas de la operación, se declaran como reales de una operación de trasplante filmado en vivo, y no son aptas para personas excesivamente sensibles. Pero ahí está su gran valor.
Muy correctos los actores, aunque según mi opinión no todos encajan con sus personajes. Film que aguanta un buen ritmo dramático, a pesar de pasarse de machacona la música del gran maestro Alexandre Desplat. Exceptuando las primeras secuencias de los chavales sorteando la olas, no hacía ninguna falta el permanente runruneo, algo estridente, de notas musicales para degustar dramáticamente lo que está pasando o se intuye que puede pasar. Algo excesivo, pero respetamos que haya espectadores que esos efectos musicales les pueda motivar.

P. M.