Del 19 al 21 de noviembre se está celebrando en Barcelona la Smart City Expo World Congress.
Es interesante tomar el pulso de por dónde van a ir las cosas, escuchar, ver y hablar con las personas que están trabajando en esos ámbitos. Es necesario reflexionar como individuos y como sociedad y observar de cerca como se están implementando la tecnología en las ciudades y que acciones hemos de emprender para que todos esos avances no nos encaminen a una distopía, si no que hagan la vida más sostenible e igualitaria en nuestras ciudades.
Hemos de pensar cómo se van a gestionar esos océanos de datos que alimentaran las IA que harán que toda esa tecnología funcione. Es imprescindible que nuestros gobiernos implementen los máximos protocolos de seguridad y derechos sobre la privacidad de nuestros datos y exigir a las grandes corporaciones que cumplan esas legislaciones a rajatabla. Hemos de exigir nuestro «botón» de borrado de datos si no queremos que una u otra información permanezca o entre en el sistema, cosa que por cierto, ninguno de los ponentes y responsables gubernamentales de la implantación de esas tecnologías en ciudades como Barcelona, Nueva York, Quebec o Nueva Orleans ha ofrecido. Si quieren nuestros datos privados, han de generar un entorno de confianza y seguridad para que se los cedamos. Cosa que nuestro gobierno, no ha conseguido esta semana al captar los datos de movilidad ciudadana de toda la población a través de nuestros teléfonos móviles. Falta información y falta poner a disposición de los ciudadanos las herramientas necesarias para decidir de forma fácil y voluntaria la participación o no en esos experimentos sociales.
Entre todas las ponencias es difícil destacar una sola. Resultó especialmente interesante el trabajo que está haciendo el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya y que presento el doctor Dr. Jordi Corbera. Es un buen ejemplo de como la tecnología nos puede ayudar a tomar decisiones sobre el territorio que nos hagan la vida más agradable. Durante su ponencia nos explicó como el Institut, ha estado utilizando la captación y procesamiento de datos geográficos para generar un conjunto de indicadores de sostenibilidad urbana. El ICGC ha procesado esos datos geoespaciales y finalmente ha transformado la geoinformación en productos y servicios que nos ofrecen una visión extremadamente precisa sobre el funcionamiento energético y las medidas de optimización de nuestras ciudades. Fue especialmente interesante como al contrastar esos datos con otro de tipo social, los podemos hacer una idea, por ejemplo, de que barrios serán más sensibles a la hora de padecer una ola de calor.
No sabemos hacia donde nos van a llevar todos esos cambios tecnológicos, pero lo que está claro es que como ciudadanos hemos de tomar parte activa en ello y organizarnos para que esos datos sean utilizados de forma conveniente para crear una sociedad más justa y que la brecha tecnológica tanto entre personas, ciudades y países sea la menor posible.
Fotos y texto: Tono Carbajo
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